Por José Manuel Vega
Militante de Convergencia 2 de Abril
La tendencia histórica está marcada: se ha dado un gran paso hacia la izquierda en Chile. Si bien la izquierda estuvo trabajando constantemente estos últimos 15 años, la chispa y el despertar fue algo imprevisto. El topo de la historia estuvo avanzando, royendo, a lo largo de treinta años; y estos últimos 22 meses lo han dejado claro, tanto en la protesta callejera como en las urnas constituyentes. Lo que prosigue: seguir avanzando en organización social y construyendo organización política.
Nuestro escenario político actual: una convención constituyente que está yendo hacia adelante y lo seguirá haciendo. La convención y los constituyentes están dando cuenta de aquel cambio cultural que planteé más arriba, y tensa hacia la izquierda y hacia abajo quizás más de lo que algunos escépticos -me incluyo- creímos. No será la panacea ni resultará un nuevo chile utópico, pero la discusión está poniendo sobre la palestra discusiones que quedarán flotando en el aire, y que rondarán las mentes de la población varios años luego de esta nueva constitución que acabe con algunos enclaves neoliberales heredados de la dictadura.
En este escenario coyuntural de un año y medio, la izquierda y las fuerzas populares debemos tensionar, tensionar y seguir tensionando. Debemos hacerlo de tres maneras: con presencia en las calles y presión desde las organizaciones sociales, además de apoyo desde los pobladores y trabajadores a expresiones al interior de la CC, como la Vocería de los Pueblos. La calle es, por esencia, el escenario político del pueblo y, por ende, de la izquierda consecuente. Ahí es donde se desestabiliza el tablero. Lo tenemos claro en la historia reciente, con el 18 de octubre fresco en la memoria. A medida se vayan acercando las discusiones y votaciones claves al interior de la convención, el pueblo debe estar movilizándose y agitando, convocando a la calle, para que la presión y los fantasmas de la revuelta se revivan y los planteamientos del pueblo se hagan presentes en el hemiciclo de Palacio Pereira.
Junto con eso, las organizaciones sociales deben invitar y organizar en los barrios y los puestos de trabajo a reuniones, debates, actividades de encuentro constituyentes, entrevistas con miembros del hemiciclo, etcétera, con el objetivo de enriquecer y exigir cuestiones que pasen ahí dentro de la CC. El pueblo no quedó fuera de la convención, quedó dentro, y los Movimientos Sociales Constituyentes y la Lista del Pueblo son ejemplos de esto. Es por ello que la izquierda debe apuntar a apoyar estas expresiones, tener una política direccionada hacia allá, desde los territorios y trabajadores darles peso y realce a sus propuestas, hacer presión y contrapesos que permitan que las propuestas de la Vocería de los Pueblos, MSC y LDP tengan mejor pie para las votaciones.
Ahora bien, a pesar de que la nueva constitución dará cuenta de este nuevo momento cultural del Chile del nuevo período político, los conflictos parciales seguirán existiendo y se irán agudizando las contradicciones, dado que la situación económica nacional y global no dan para mejorías en el corto plazo ni en el mediano. Esto, también, da otra tarea concreta a la izquierda, y allí debemos estar.
Los conflictos seguirán existiendo por un buen tiempo, y las luchas parciales estarán a la orden del día. Por buenos años, la vivienda, la violencia de género, las zonas de sacrificio, la salud, la educación pública, la liberación del wallmapu, permanecerán dentro de la batería de demandas del pueblo. Las contradicciones y la lucha de clases seguirán existiendo y cada vez tendrán más realce. Allí debe estar la izquierda rebelde y consecuente, con el pueblo, con las capas más oprimidas del pueblo, para ahí forjar y acumular la fuerza social y política revolucionaria para nuevos estadios de lucha. Mientras haya opresión y violencia habrá rebelión.
Ojo: seguirá habiendo luchas parciales por demandas específicas, pero la izquierda no debe retroceder en su discurso. Desde octubre 18 que un relato general es bienvenido, o mejor acogido; por lo tanto, la izquierda debe apoyar las luchas parciales, empujarlas, pero enarbolando más claramente que antes un discurso antihegemónico, anticapitalista y antipatriarcal, de cariz general y totalizante.
Para finalizar, es importante apuntar que no debemos marearnos con las presidenciales ni las disputas por próximos gobiernos, pues la centralidad debe estar en la calle, en la construcción de poder, pero poder del pueblo para el pueblo, para seguir construyendo con el horizonte del mediano y largo plazo, pues la brega es larga y no debemos perder la brújula. Debemos seguir hasta que la dignidad sea costumbre.