El nuevo sueldo mínimo y las condiciones de las y los trabajadores

Editorial

Esta semana se despachó desde la Cámara de Diputados el proyecto de ley para aumentar el salario mínimo de las y los trabajadores. Ahora, el proyecto será estudiado en el Senado. Este contempla un aumento de $11.000, llegando a una cifra total de $337.000 a partir de mayo de 2022.

Es insuficiente este aumento, y lamentamos que, gobierno tras gobierno y parlamento tras parlamento, la élite política no toma seriamente el problema del ingreso mínimo de las y los trabajadores, sin políticas que garanticen el sustento mensual para las familias y mucho menos otorguen garantías para tener un buen pasar y una vida digna.

Consideramos que el diseño de las políticas públicas en este país ha quedado relegado a satisfacer los intereses económicos de los empresarios. Los administradores estatales de turno han soslayado olímpicamente las necesidades y derechos del pueblo trabajador, so pretexto de mantener la estabilidad económica y un progresivo aumento que no «ahuyente» la inversión del empresariado nacional e internacional. Semejantes argumentos simplemente buscan esconder el real motivo tras las malas políticas públicas a las que nos tienen acostumbrados: cuidar las espaldas y bolsillos de empresarios y especuladores.

Sin lugar a duda, esto explica cómo es que, tras dos años extremadamente complejos para la clase trabajadora y un costo de la vida que aumentó en 3,65% los últimos doce meses, se incremente en poco más de $10.000 el salario mínimo.

Es imperioso aumentarlo hasta una cifra digna, que permita el desenvolvimiento de las familias con mayor holgura, sin recurrir al crédito como forma de garantizar la llegada a fin de mes. Las medidas de subsidio y focalización como formas de aumento y complementación del salario demuestran la perspectiva clasista y asistencialista del Estado, negando fórmulas universales de dignificación de la vida dentro de su territorio.

Un sueldo que ascienda a los $500.000 es el mínimo que se debe exigir para las y los trabajadores de nuestro país, junto con garantizar fórmulas legales que permitan reajustes periódicos eficaces y acordes con el ascenso en el costo de la vida y con las ganancias de los dueños y empresarios.

En un país donde todavía no está garantizada la salud universal, la educación gratuita realmente de calidad, tiempo necesario de ocio, acceso a parques, artes y cultura, en un país que no consagra el derecho internacional a la vivienda, con pésimas condiciones laborales y de seguridad previsional, un sueldo mínimo digno es lo menos que se puede pedir.

 

Autor entrada: Carlos Alberto

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