EDITORIAL | La irrelevante Cuenta Pública de un criminal

Por Convergencia Medios

El legado de Sebastián Piñera será claro: un violador de los Derechos Humanos y el peor gobierno de los últimos 30 años. Aun cuando se esforzó en mentir respecto a sus logros y lanzar un voladero de luces respecto al “matrimonio igualitario” (proyecto cuya aprobación es deseable, pero que se encuentra durmiendo en el Congreso hace más de 10 años), la evaluación popular al gobierno de Piñera es clara.

La gestión de la pandemia ha sido criminal. Como buen empresario, ha privilegiado las ganancias de estos por sobre el cuidado a la vida de las personas. La crisis ha sido trasladada a los bolsillos de los trabajadores, quienes con cargo a sus fondos de pensiones y fondos del seguro de cesantía han tenido que sobrevivir durante estos duros meses. Por el contrario, su riqueza personal ha aumentado en más de 300 millones de dólares. Nada de ello fue mencionado.

Sobre sus políticas represivas nada dijo. No reconoce las violaciones a los Derechos Humanos, a pesar de los innumerables informes internacionales. Por el contrario, aprovecha la tribuna para sostener que no hay presos políticos en Chile, pues nadie está preso por pensar distinto. Será su ignorancia sobre derechos humanos o su afán permanente por mentir lo que lo lleva a negar lo evidente: hay jóvenes presos, con prisiones preventivas extensas y con juicios irregulares, donde las únicas pruebas han sido testimonios de efectivos policiales, quienes se han caracterizado por mentir.

El balance que intentó instalar Piñera no convence a nadie. Incluso desde su mismo sector las cuentas no son positivas. Al contrario, el ensañamiento de Piñera y Cubillos contra la juventud escolar en Santiago fue la mecha que encendió el prado y terminó demoliendo el acuerdo de gobierno que la derecha instaló en nuestro país luego de la dictadura.

Los últimos resultados en las elecciones de mayo hundieron a sus partidos de base, RN y la UDI, y se bloqueó de manera importante la emergencia del ultra derechista Kast y su Partido Republicano. La incapacidad de Piñera de ofrecer soluciones a la crisis abierta ni siquiera les dejó el poder de veto que negociaron en el Congreso.

Finalmente, y desde esta bancarrota total, su intento para dar nuevo curso a la agenda sólo aumentó el quiebre de su discurso «liberal en lo social, conservador en lo valórico». Sus intentos de sobrevivir tras agendas que no le son propias no darán resultados: estamos frente a un Gobierno muerto. Pero como sabemos, quienes gobiernan nuestro país no sólo se encuentran en el Gobierno. Por lo cual nuestro desafío es mayor. 

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