Entrevista por Esteban Spencer Vargas
El 17 de junio de 2021 se llevó adelante una jornada nacional de protesta por la libertad de los presos políticos de la revuelta. En todas las regiones se están llevando a cabo manifestaciones que exigen el fin de esta política represiva, una lucha que forma parte del movimiento por la afirmación y el respeto de los derechos humanos avasallados por el Gobierno de Sebastián Piñera desde octubre de 2019. Hace unos días, como parte de los actos preparatorios de esta jornada pudimos hablar con Camilo Ríos, padre de Nicolás Ríos, preso de la revuelta que se hizo conocido por el registro en video de su detención, a los pies del cerro Huelén.
El joven fue indicado por personal de carabineros como autor del lanzamiento de un artefacto incendiario, y quedó detenido el 10 de enero del año 2020, pasando seis meses en Santiago 1 hasta que se logró el cambio de la prisión preventiva por la medida de arresto domiciliario total, condición en la cual se mantiene hace un año.
ES: Si bien está en casa, aún persiste la persecución. ¿Cómo se vive dentro de la familia?
CR: Es una angustia constante, por todo lo que conlleva tener a tu hijo detenido en casa. Mucha gente podría pensar que no es tan malo. Eso es cierto, en parte, pero esto definitivamente nos ha cambiado la vida. Es un castigo para toda la familia. Nosotros no dormimos, y cuando lo hacemos, es por turnos. Yo que trabajo puedo tomar licencias, pero Verónica (cónyuge y madre) ha dejado de trabajar, porque se queda con Nicolás toda la noche, esperando a que vaya Carabineros a constatar que está en casa. Este procedimiento generalmente lo hacen a las 5:30 de la mañana. Es completamente abusivo. Un día no van, otro día sí. No hay una regla que se pueda seguir. Hay ocasiones en que aparecen a las 11 de la noche, y eso nos permite a todos irnos a la cama de una, estamos todos muy pendientes de eso. Así como hay policías que son indiferentes, hay otros que te provocan. Algunos te preguntan al salir: ¿por qué está preso? Otros amenazan con que pueden llevarlo detenido de nuevo, si quisieran. Desde el momento en que tú sales de la casa a firmar también estás infringiendo la ley por el toque de queda, y eso lo utilizan como herramienta para amedrentar. Aun así, es tanto el amor y el cariño que tenemos por nuestros tres hijos, que vamos a soportar lo que haya que soportar, y vamos a pelear lo que haya que pelear por tenerlo libre.
El abogado nos dice que mientras más tiempo pase, mejor para nosotros. Esto porque la situación actualmente está difícil. Los jueces están fallando mayoritariamente a favor de la institución.
ES: Justamente, el curso de las investigaciones y los juicios es incierto. Hay absoluciones, condenas, recursos pendientes, pero en general hay cuestionamientos muy profundos al Ministerio Público y el trabajo de los fiscales. ¿Cómo ven ese desempeño en el caso de su hijo?
CR: En Chile no hay ninguna garantía cuando te toca enfrentar a la Fiscalía, dado que las pruebas que utilizan para inculpar a los muchachos son muy relativas, muy débiles. En el caso de nosotros, la pieza fundamental es un video que presentó carabineros para acusar a Nicolás, que si bien es parte de la investigación, ha salido incluso en televisión. Ese video debiera ser secreto, pero aun así ha salido en Televisión Nacional, en MEGA. Quienes lo han visto se dan cuenta que la figura que aparece ahí está entre sombras. No hay una cara, un brazo, una vestimenta que permita distinguir e identificar a una persona. Incluso, a partir de la contextura física de la persona, uno podría pensar que corresponde a una mujer. El perfil, en entalle de la cintura, la forma en que lanza la bomba incendiaria, al parecer corresponde a un gesto femenino, no de un muchacho. Sin embargo, ahí está la palabra de carabineros; como son ministros de fe, llevan las de ganar. Por eso el abogado nos ha dado la seguridad de que no nos vamos a exponer a dar las peleas inciertas, y en ese sentido se han hecho pericias que nos benefician, pero aun así no vemos ninguna garantía de que prime la justicia.
Acá vemos con claridad de que hay un mandato, de que hay que castigar a los muchachos, de mandar un mensaje, decirle a la gente y a los jóvenes: no se metan en esta hueá, no reclamen, porque de lo contrario los voy a castigar, los voy a encerrar, los voy a matar, los voy a violar, etc.
ES: En ese sentido, ustedes no sólo están haciendo un acto de resistencia con su hijo, sino que se han hecho parte del movimiento por el fin de la prisión de todos los jóvenes que están pasando por la misma situación.
CR: Por supuesto. Hay situaciones dramáticas. Vemos que hay chicos que están solos en la cárcel, que al momento de ser detenidos estaban en situación de calle, otros que estaban alejados de sus familias, etcétera. Al ver eso, ¿qué te hace sentir? Cuando Verónica fue a la visita al penal, caminas en un pasillo tremendo, mirándote con otros padres, aguantando la pena, el dolor, para tener la fuerza suficiente para que te encuentres con tu hijo y puedas darle fuerzas. Ellos hacen lo mismo adentro, se contienen entre ellos y se animan para poder enfrentar a sus padres y no los vean quebrarse.
Es una situación muy terrible, desde la cual empiezas a conocer a los compañeros de pieza de tu hijo, por ejemplo. En el caso de Nicolás, él estuvo mucho tiempo con Jesús Zenteno, compartiendo la celda. De hecho, mi hijo salió tocando guitarra, gracias a los conocimientos que le impartió Jesús adentro. Te empiezas a preguntar, y llega a ser patético constatar que hay un perfil del detenido: son todos más o menos flacos, bajos. Pareciera estar identificado como debe ser el preso que tienen que tomar. Pasan a ser parte de tu familia, se convierten en parte de tu sufrimiento. Uno no puede, como familia, pensar en que el dolor es sólo tuyo, sino que es colectivo.
Es terrible saber de Cristián Briones, que terminó condenado teniendo todas las posibilidades de quedar libre. Las pruebas eran muy elementales, básicas, muy vagas. Pero aun así terminó castigado. Ver a los muchachos y saber de los chicos detenidos por el caso del metro La Granja, que estuvieron en la Cárcel de Alta Seguridad y salieron libres, pero ahora les anularon el juicio, y van a volver a ser perseguidos. Lo reitero, la misión acá es castigar y que a nadie más se le ocurra rebelarse.
ES: Ustedes se enfrentan a un conjunto de instituciones del Estado, y en ese curso las demostraciones de apoyo desde el movimiento popular no han cesado. ¿Cómo ven esas señales?
CR: Al principio hay una etapa terrible, de mucho miedo, dolor y sufrimiento, cuando a ti te toca con tu hijo menor, al que más cuidaste y protegiste, al que le creaste un mundo relativamente ideal para que no le pasara nada malo. Ese es nuestro caso, donde afortunadamente teníamos trabajo y algunas lucas. Nicolás fue estudiante del Colegio Latinoamericano de Integración, que costaba algo más caro, pero lo teníamos ahí porque queríamos que estuviera bien. Pero no fue suficiente. Nos enfrentamos a este mundo, nos dan una bofetada terrible. Yo como padre tuve que ver a mi otro hijo llorando, diciéndome “¿por qué no lo cambian por mí?, yo puedo vivir dentro de la cárcel, puedo arreglármelas adentro, pero Nicolás no, es muy niño”.
Afortunadamente, ahí empieza una gran campaña de solidaridad. Cuando se formaliza a Nicolás nos acompañó mucha gente, algunas personas que vieron la detención y se ofrecieron a testificar a favor de mi hijo, también organizaciones mapuche, amigos de mis hijos y tantas otras. La solidaridad empieza a verse cuando Nicolás es llevado al módulo 14 y ahí compañeros y amigos lo estaban esperando para protegerlo adentro. Desde ahí empezamos a interactuar y ver a un montón de gente que no conocíamos, que no pensábamos que podrían venir a mostrar ayuda y solidaridad. Gente que yo no veía hace mucho tiempo y me vio por internet, se acercaron a ofrecer ayuda y recursos. Aparecen organizaciones a través de la pelea que vamos dando, y ayudan a una condición vital, que es no dejarse morir, no perder la esperanza. Es un acto de resistencia, podría parecerse al parto de un hijo. Dentro de lo difícil que ha sido esto, lo único que nos ha servido como colchón, como contención, ha sido la solidaridad de la gente. Me ha tocado ir a muchos actos, conversar con algunos muchachos.
Nosotros nos juntamos como padres y formamos la agrupación Santiago 1, y empezamos a ver las distintas necesidades de la gente y nos organizamos para ayudar, hacer algo. Tenemos una cuenta de ahorro donde recibimos dinero, con el cual compramos la encomienda que se le envía a los chiquillos todas las semanas. También hemos ido apadrinando, tenemos siete actualmente y una encomienda sale entre 35 a 40 mil pesos, más o menos. Es un costo económico importante para cualquier familia, y sobre todo para los que no tienen a nadie que los vaya a ver. El otro día cambiaron a un chico de módulo y andaba en hawaianas, no tenía ni ropa para abrigarse. Cuando llegó, el resto lo cobijó y nosotros afuera hicimos una campaña y le llevamos zapatillas, pantalones, ropa interior, una parka. Hoy hicimos un esfuerzo grande y compramos una parka a cada uno, al menos una vez al año lo hacemos, también una toalla grande porque en esos lugares no se puede lavar bien, y si lo logras no hay lugar donde se seque, entonces la ropa se azumaga. Tratamos de fortalecer el suministro de leche, tratar de proveer algún sustituto alimenticio y vitamínico para quienes son vegetarianos. Hay abogados que nos ayudan con eso. Así vamos pasando los días, intentando no morir sufriendo sino seguir luchando.
ES: Si bien están atravesando un proceso tortuoso, quizá se puede observar un resultado de la lucha de los jóvenes, de lograr un cambio radical, ¿encuentra esperanza en ello?
CR: Sí, tenemos mucha esperanza, pero también miedos. Cuando fui joven ya pasé por esto también. Cuando muchos de nosotros dieron su vida, quedaron encarcelados, al final vimos que la transformación era un tongo, y la democracia siguió tal cual como era la dictadura.
Estos chicos se rebelaron sin ningún grado de organización y dieron la lucha, de la cual nosotros estamos cosechando los frutos, que son muy importantes. Por ejemplo, ver en la comuna (de San Miguel), una alcaldesa que llegó desde sectores populares, o ver al alcalde de La Cisterna muy comprometidos con la causa, ver que los chicos permitieron que se hablara de dignidad en un país, una palabra proscrita, tan alejada de la vida del pobre. Siempre les he dicho a mis cabros: aquí hay mucha gente que muere sin saber si era bueno para algo, si servía, si podía tocar una guitarra, cantar, escribir, si podría ser médico o tanta cosa.
Estos muchachos abrieron esa puerta, y la abrieron de par en par, el problema es que al monstruo que está al frente es muy poderoso, porque tiene mucha plata y es capaz de comprar y corromper a todo el mundo. Me preocupa que haya disputas dentro de los sectores más progresistas, porque eso rápidamente lo canaliza la derecha, la Democracia Cristiana, el PPD, que son partidos instrumentales que sirven para captar votos de la gente más ingenua, pero que al final del día son de derecha. Eso hay que tenerlo muy claro. Entre los constituyentes electos y quienes se reconozcan progresistas, tal vez se pueda llegar a un acuerdo y lograr un objetivo común. Hay cosas que son vitales en la carrera corta. Una de ellas es resolver el problema de la prisión política, porque más allá de que este tema me toque directamente, esto afecta a la juventud, al deseo de ser rebelde y desarrollarse libremente. Es la misión de los jóvenes, ya lo decía Allende, tienen derecho a ser rebeldes. En su último mensaje él dice: vendrán otros hombres a cambiar esta historia, tal vez sean estos chicos, quizá más chicos que ellos, que están atrás viendo lo que pasa. Esa mutilación es lo que está en juego, por eso es importante quebrar la institucionalidad, dejar que los chicos salgan. Es un gallito fuerte y grande que se está dando.
Esto va a permitir que haya más posicionamiento de las actividades de jóvenes, en las municipalidades, por ejemplo. Ahí se ven viejos miembros del partido y amigos del amigo, y no importa si saben o no saben, etcétera. Es importante que este desarrollo sea acompañado por los más viejos, hay que jugársela por ello, vale la pena. Si hay que morir en el intento, será así. Hay que dar esa pelea.