Teñimos todo de verde

Catalina Figueroa Arce
Militante C2A

 

La historia del aborto para el movimiento feminista mundial, es de larga data. En argentina desde la década del 60-70 se comienzan a levantar voces que enarbolan la posibilidad de un aborto libre, de poseer un derecho perdido entre colonizadores e iglesias, el derecho sobre nuestros cuerpos y a decidir si ser o no madres. Los encuentros feministas argentinos fueron centrales para dar curso a esta carrera por el aborto desde el 2003. Y el 2005, año en que se lanza la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”. A un año de su creación formulan su primer proyecto de ley, el 2008 lo presentan en el parlamento y continúan así, haciéndolo cada dos años. Este año, 12 años después de ser presentado por primera vez, se hizo ley.

La campaña por el aborto en argentina tiene décadas de lucha. Décadas de porfía feminista. Décadas de una tolerancia a la frustración que parece increíble. Y es que parece que eso significa ser feminista, no parar nunca, a pesar de ver el entramado capitalista patriarcal pasarnos por encima una y otra vez. En este pequeño texto quiero relevar la inteligencia política de un movimiento que nos ha dado una emoción, que creo es solo igualable al momento de consecución del voto femenino, hace ya hartos hartos años atrás.

Primero, el recoger la historia. Aquí no estamos poniendo primeras piedras, estamos construyendo sobre las que han puesto otras. El símbolo de tener, dentro de un pañuelo, el pañuelo de las Madres de la Plaza de Mayo, es la imagen perfecta de recoger una historia que nos precede y que nos ubica. Y nos ubica exactamente donde debemos estar, en la lucha en contra del fascismo y por los derechos humanos. Las madres de la Plaza de Mayo se levantaron durante la dictadura argentina para reclamar por sus hijos desaparecidos. Marcharon durante años, solo detenidas cuando la represión no se los permitía y continúan hasta el día de hoy resistiéndose a políticas autoritarias. Ese símbolo trae consigo una historia de resistencia y lucha innegable, al que la marea verde referencio con igual convicción. En Chile, el símbolo de la pañoleta verde sigue una línea similar, dentro de su logo está la mujer que enarbola la bandera por la emancipación de la mujer que contenía el logo del MEMCH, junto a una estudiante encapuchada del mayo feminista del 2018.

Segundo, la capacidad de organización. Construir un proyecto de ley que sea defendido por las masas de compañeras que lo hacen es una tarea titánica. Los encuentros feministas argentinos, que llevan realizándose de manera anual desde hace décadas, abordando distintas temáticas del feminismo, le han dado cuerpo orgánico a un movimiento heterogéneo, diverso y plurinacional. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito le ha entregado estructura y coordinación a un movimiento enorme. Con campañas en distintas ciudades de Argentina, además de una general, han logrado levantar discusiones políticas, campañas de agitación conmovedoras y manifestaciones callejeras multitudinarias replicadas en cada territorio del país. Ese mismo despliegue nos permitió ver ayer vigilias y manifestaciones en distintos lugares del mundo, desde el coliseo romano, hasta la embajada argentina aquí en Santiago, a pasos de Plaza Dignidad.

Tercero, perderle el miedo a la masividad. El movimiento feminista ha vivido una historia tantas veces silenciada y atomizada que ver mareas verdes desbordando las calles de Buenos Aires es difícil de creer y solo nos lleva a las lágrimas.  La irrupción masiva del movimiento feminista ha sido leída muchas veces como olas, como momentos en que el movimiento está constituido y en acción y otras que permanece en silencio. Hay algunas que no estamos tan de acuerdo con esa lectura, y creemos que el movimiento feminista es expresión de una situación y contexto general, que lo determina de manera innegable. Es así como cuando los autoritarismos aparecen, las mujeres se juntan y se hacen visibles, y cuando los proyectos progresistas o liberadores avanzan, las feministas están ahí disputando en ellos. Bajo esas lecturas, he podido ver variadas veces una resistencia a la masividad, a que la juventud, las nuevas feministas, se empape de esta lucha e irrumpan en ella. Las compañeras trasandinas han soltado esas riendas que nos dan la ilusión de controlar algo que nos supera, que es incontrolable, que esta movilizado por un deseo que nos inunda y desborda y que es tan nuestro, pero también tan de ninguna en particular. Avanzar hacia la masividad, sin tranzar el discurso, es para mí, una de las claves para este éxito.

Cuarto y último, la disputa por el poder. Que interesante es observar la discusión en el senado argentino. Hombres hablando de la necesidad de deconstruir sus masculinidades como forma de argumentación en contra de los hombres que desean continuar poseyendo el cuerpo de las mujeres. No sé si esos senadores realmente tienen esa convicción, pero me parece un logro increíble que no podría pensar en un Chile cercano. Ese discurso no se habría colado por las grietas de un Estado patriarcal sin la disputa efectiva que han dado las compañeras argentinas. Dificil será olvidar el feto ingeniero del 2018, hace dos años nos reíamos de la apuesta de los pañuelos azules, pero fueron una resistencia efectiva que gano durante años, y que quizás tuvo mucho tiempo de silencio, pero cuando se hizo visible lo hizo con marchas masivas, apareciendo en las calles, en la tele y en el congreso. Las peleas a golpes en plazas fueron videos que también pudimos ver a lo largo de la discusión senatorial de hace dos años. Las pibas no dudaron en seguir, tuvieron la certeza de que su grito debía ser aún más fuerte, y lo fue. Hoy el aborto es legal en Argentina porque las pibas no le tuvieron miedo al poder y decidieron disputar todos los espacios que fuera necesario para tener soberanía sobres sus cuerpos y sus vidas.

Ha pasado poco tiempo de este triunfo para el movimiento feminista mundial y es difícil hacer análisis. Mi intención aquí es presentar los puntos que a mi me han saltado a la vista y a los que le podríamos sacar mucha más punta, pero de los que deseo aprendamos en toda Latinoamérica, para volver a cantar victoria juntas. Ahí una de las mejores virtudes de ser parte de este movimiento imparable, la certeza de que aprendemos de nuestras hermanas y que ellas están ansiosas por luchar por el aborto en nuestros países también. Cuando nos encontramos con un proceso destituyente y constituyente en curso, pensar cómo la constitución deje de ser un obstáculo para conseguir este derecho se hace urgente. Y lograr que esas transformaciones inunden las calles y las instituciones es una tarea que debe abordar el movimiento feminista en unido, como la única estrategia posible para triunfar.

* Fotografía de Convergencia Medios

Autor entrada: Carlos Alberto

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.