Por José Manuel Vega
Militante de Convergencia 2 de Abril
“La revolución enseña, indudablemente,
con tal rapidez y profundidad, que parece increíble
en los períodos pacíficos de desarrollo político”
Lenin, 1905
El nuevo período político está marcado por nuevas formas de relacionarse y de actuar políticamente, marcado por la solidaridad, el colectivo, y la acción política callejera. Así, en estos meses hemos visto nuevos actores y actrices que han levantado la lucha, generando puntos de inflexión, como el mundo secundario, la acción feminista y ciertos sectores sindicales que se han organizado y demuestran reflexión política independiente y de clase. A la par de aquel análisis, una de las cosas que se ha observado en lo que va del período, es que la huelga de masas y el paro productivo y reproductivo siguen siendo una herramienta válida para el Pueblo y sus luchas, y la acumulación necesaria de fuerza para llegar a aquello está en desarrollo en este preciso momento, lo que podemos ver en cada concentración, cada marcha, y cada una de las asambleas que realizamos en nuestras poblaciones y sindicatos.
Existe hoy, entre ciertos analistas y fuerzas políticas del país, un consenso al decir que nos encontramos en un nuevo período político. Aquel, habría comenzado abruptamente el 18 de octubre del año pasado y trajo consigo algunos rasgos específicos que vale la pena nombrar. Primeramente, observamos una nueva forma del cómo relacionarse interpersonalmente, de relación colectiva al interior de la sociedad, ya sea en las plazas, calles o espacios públicos, de una forma que no estábamos acostumbrados a ver cotidianamente desde hace mucho. Una segunda característica, que se desprende de la anterior, es el tratamiento colectivo que muchas personas comenzaron a darle a sus problemas individuales. Me refiero a la problematización conjunta y búsqueda de soluciones comunitarias y colectivas a problemas que poco tiempo atrás muchas y muchos pensaban personales. No fueron pocas las asambleas territoriales que reunieron vecinas y vecinos por primera vez en treinta años a hablar de la población, del consultorio, de los bajos sueldos. Del individuo al colectivo. Y un tercer elemento que podemos observar en este nuevo período político (sociohistórico) es la legitimación popular de la violencia como fórmula para la resolución de problemas, o al menos su planteamiento y cuestionamiento. Es decir, la validación de la violencia política de masas como herramienta efectiva de transformación de las condiciones concretas y objetivas de vida.
Lo último, claro, como resultado de casi cinco décadas en que la democracia institucional de un país como Chile fue incapaz de solucionar problemas reales. Durante cuarenta y siete años, los grandes logros del rediseño del Estado, fueron no solamente la confiscación de bienes comunes en favor de manos privadas, sino que la generación de una élite política que se enquista en las esferas del poder para resguardar esa confiscación o privatización. Dicha élite, discursiva y legalmente, levantó una democracia servil al orden capitalista neoliberal. Finalmente, es aquel el enemigo que observan los actores y actrices populares que se levantan: un sistema económico aliado con una democracia elitaria; una burguesía y burocracia que se apoderaron de los bienes del Pueblo mediante leyes ilegitimas, resguardadas por carabinas y fuerzas armadas.
Este nuevo período político comenzó explosivamente, vemos, y el movimiento social que se ha gestado ha batido récords históricos para Chile y la región, en masividad y extensión, llegando ya a los cinco meses de forma ininterrumpida, sorteando vacaciones y verano de altas temperaturas. Pero, claramente, ha habido momentos de mayor efervescencia que otros, peaks movilizatorios, que resultan interesantes de ser observados, ya que no solamente pusieron en jaque al sistema en alguna de sus aristas, sino que nos demuestran los actores y actrices de mayor relevancia en este momento, con mayor grado de organización o cohesión, explosividad y capacidad de reacción ante las políticas gubernamentales. La acción política de las masas, hasta el momento, nos entrega luces de cómo se puede ir configurando un bloque histórico que desestabilice el orden político neoliberal, a falta de sujetos nítidamente configurados, con proyectos históricos definidos, que tengan hoy la capacidad de dirigir un proyecto transformador para la sociedad del siglo XXI.
Identifico, cronológicamente, cuatro momentos clave en el transcurso de estos cinco últimos meses: el Estallido del 18 de octubre y los siete días previos; el paro nacional productivo del 12 de noviembre convocado por el Bloque Sindical de Unidad Social; el boicot realizado por l@s secundari@s a la PSU; y la reciente jornada del 8 de marzo, primer día de la Huelga General Feminista.
- El Estallido de octubre tuvo su génesis una semana antes del 18 de octubre, cuando el mundo secundario metropolitano generó llamados a una semana de evasión masiva, por redes sociales. Ante la nula reacción inicial del alza del pasaje, l@s secundari@s respondieron con violencia política espontáneamente organizada, botando barreras y torniquetes por cinco días. El contenido económico del levantamiento fue claro, contra el alza del costo de la vida (“Pase, señora, que por hoy el pasaje es gratis; nosotros resistimos los palos para que usted llegue a fin de mes”). Al cuarto día de evasión, el llamado y su contenido habían traspasado generaciones y se convertía en pequeñas escaramuzas callejeras capitalinas; la noche del jueves 17, pequeñas fogatas en la Alameda anunciaron el estallido definitivo de la tarde del viernes 18. No tardó un día y el país completo se levantó. Durante diez días, el fuego fue la constante en las calles de todas las regiones del país, de ahí en más, las movilizaciones fueron mutando su forma.
- El martes 12 de noviembre fue un día histórico para la clase trabajadora en Chile. Luego de décadas, el mundo sindical acordó un paro nacional productivo que logró llevar a cabo. Con un escaso 7% de sindicalización efectiva y un menor porcentaje que supere el mero economismo, la adhesión alcanzó un grado de articulación tal, que consiguió poner contra las cuerdas al establishment. Los cortes de rutas y paralizaciones fueron efectivas. Ello se vio claramente en el retiro masivo y vertiginoso de dólares de la bolsa especuladora de valores de Santiago, empinando el cambio ostensiblemente en una jornada. La recesión comenzó a sonar como amenaza antes del mediodía y durante la tarde comenzaron a acelerarse las gestiones para avanzar en el llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, que buscó en 48 horas darle una salida política institucional al conflicto.
- Los días 6 y 7 de enero de este año se rindió la PSU, tras dos aplazamientos debido al movimiento social, que hacía insegura su rendición. Finalmente, l@s secundari@s de la ACES llamaron al boicot, lo que se hizo efectivo, sumándose l@s secundari@s en su conjunto, como el resto del movimiento social, vislumbrando el momento decisivo para acabar con el modelo segregador de selección. La efectividad del boicot fue tal, que hizo falta una segunda fecha para que se rindieran las pruebas, y una tercera para dar por finalizado el proceso, e incluso la prueba de Historia terminó siendo anulada. Por lo demás, esto aceleró la extinción de la PSU, que ya no irá más, teniendo una prueba de transición hasta el nuevo sistema que debuta en 2022.
- La Huelga General Feminista productiva y reproductiva, convocada por la CF8M, entre otras organizadoras, se llevó a cabo entre el 8 y 9 de marzo. La actividad central en Santiago el domingo 8 convocó cerca de 2 millones de personas (en su mayoría mujeres), teniendo una mayor efectividad con relación al año pasado, si hablamos de los circuitos de reproducción, ya que por todo Santiago varones se hicieron cargo de los cuidados y la alimentación de hij@s y familias. Además, este año se demuestra la penetración del feminismo en capas populares donde hace unos 12 meses no se avizoraba su presencia. Señoras, adultas y niñas participaron de las marchas y talleres, aún tuvieran que atravesar la ciudad desde la periferia, convencidas con consignas que apelaban a la igualdad y condenaban la violencia de género. Su efectividad sirvió como envión moral para que el resto de la semana se mantuviera alta la conflictividad callejera, potenciando la movilización de cara al aniversario segundo del gobierno de Sebastián Piñera.
Actores y actrices de la revuelta
Como decía, los momentos movilizatorios de mayor algidez fueron impulsados por ciertos segmentos de la población, más o menos difusos, pero con ciertos grados de cohesión en su composición o contenido. Comprendiendo aquello, podemos anticipar en qué dirección irán los siguientes grandes peaks movilizatorios, o bien, inclusive, apostar a fortalecer y profundizar dichos segmentos sociales de mayor efervescencia y organización, entendiendo que aquellas serán las fuerzas que, hoy, pueden generar mayores remezones en el sistema político y/o económico.
Dentro de ese espectro de actores y actrices, encontramos al mundo secundario, que si bien no puede ser catalogado como movimiento secundario dado su carácter aún inorgánico -y, por ende, más espontáneo que planificado, y sin un contenido robusto que profundice las consignas que se observan-, sí tiene la capacidad de reacción suficiente para responder ante las propuestas o el programa del gobierno, y no dejar pasar cuestiones clave, como el alza del pasaje de transporte público, o la insistencia en la ejecución de la PSU dado el contexto de protesta y rechazo del instrumento.
Contrasta esto, sí, con la baja participación y presencia del movimiento estudiantil superior que hubo en momentos no tan alejados del período que se cerró, y que no han vuelto a surgir. Entre los años 2011 y 2013, el auge universitario fue determinante en el devenir de las movilizaciones a nivel nacional. El año pasado y el presente 2020 nos están demostrando que, si hubo una fuerza en su momento que ahora se ha debilitado, esta nueva generación de luchador@s sociales viene a tomar el relevo.
Y es que en la historia reciente del país, el sector secundario ha sido de vital importancia para la movilización social y política. Así, tenemos a simple vista las grandes movilizaciones contra la dictadura en la década de 1980, la revolución pingüina del 2006, antesala de la gran sacudida del 2011, y el salto del torniquete de lo posible en octubre del 2019. Su capacidad de reacción e ignición lo convierten, por tanto, dado su dinamismo y sensibilidad de la realidad, en el motor de arranque de los procesos. Y es por ello que debemos estar atent@s a sus movimientos durante este año, pues con mayores niveles de organización y planificación/premeditación como los de 2006, la potencia transformadora de este segmento de la sociedad chilena puede lograr nuevos e impensados saltos. Nadie imaginó un despertar de Chile en 2019, y el impulso secundario nos tiene aquí, con 5 meses de ininterrumpido alzamiento. Una apuesta importante que debemos observar es la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios, quienes tienen una real fuerza que se demuestra con el llamado a boicot de la PSU, pero en esta última década ha tenido momentos bien altos, como lo fue el 2011 (año en el que se le escinde la CONES para desmovilizar a ciertos sectores, aunque hoy vemos cómo, nuevamente, esta última organización se vuelve a ubicar tras la ACES y reforzar sus planteamientos), o el 2015, el peor año del mandato del segundo período de Michelle Bachelet.
Ahora bien, enfocando la vista en otra dirección, hemos visto que el Movimiento Feminista es una de las fuerzas que en los últimos años ha ido tomando fuerza, hasta convertirse, quizás, en la cabeza de los movimientos sociales, con capacidad de aglutinación de grandes cantidades de personas, miles y millones, en su mayoría mujeres, y una duración en el tiempo insostenible por otro tipo de espacios o coordinaciones como No + AFP. Por otro lado, a pesar de poseer el movimiento una gran heterogeneidad en su interior, como colectivas y coordinadoras barriales, regionales o nacionales, trabajadoras, estudiantes y pobladoras, y, por ende, también distintos enfoques de trabajo, vemos que se ha logrado generar un programa común, que busca agrupar las demandas de la clase precarizada con un enfoque feminista, y un calendario, con distintos momentos, hitos y acciones conjuntas.
Aquel esfuerzo de generación de contenido ha sido un trabajo arduo, que supera los dos años de preparación constante, al calor de las distintas huelgas y jornadas de protesta, talleres y espacios de trabajo levantados en estos años, y que confluyen en los Encuentros Plurinacionales de las que Luchan, perspectivando un sorprendente y grato encuentro latinoamericano, en momentos en que la derecha y las fuerzas capitalistas dan grandes embates contra todo el pueblo trabajador del continente. Ya la performance del Violador en tu Camino, elaborado por la Colectiva Las Tesis, nos logró demostrar la capacidad del movimiento feminista para lograr identificación, además de agitación y propaganda, a escalas latinoamericanas y planetarias.
Algunas breves reflexiones que me surgen a partir de las jornadas del 8 y 9 de marzo de 2020, dicen relación con que se va cumpliendo, y va cuajado, finalmente, una de las principales tesis que defendían autoras de la Teoría Unitaria del Feminismo Marxista: el feminismo está funcionando como vanguardia del movimiento social, hoy, pues es capaz de convocar a las mujeres trabajadoras, unificarlas y mantenerlas movilizadas por largos períodos bajo las mismas reivindicaciones. Este año el llamado a participar de la Huelga General Feminista se popularizó y convocó a un gran bloque pluriclasista, pero muy especialmente, y lo que nos interesa, mujeres de todos los segmentos etarios, pertenecientes a amplias capas populares, de poblaciones y villas periféricas, participaron con ciertos grados de organización, de las convocatorias centrales. Ejemplos de aquello son las marchas de dos millones de mujeres en Santiago, o la marcha de mujeres bajando de Alto Hospicio a Iquique.
La otra reflexión -o incógnita- que me surge a partir de las jornadas de Huelga, es la viabilidad o no, o sus mecanismos, para concretar la huelga efectiva en sus ámbitos productivo y reproductivo. Al caer domingo el día 8, facilitó seguramente la participación masiva, la huelga en el ámbito reproductivo se hizo patente. En distintos puntos del territorio los hombres tuvieron que hacerse cargo de la reproducción de la vida, dado que las mujeres, usualmente abocadas a dichas tareas, se aglutinaron en torno a las marchas y las actividades en torno a ellas. Un gran logro y acierto es haber logrado convocar a mujeres pobladoras, que se sienten llamadas primordialmente y prefieren los trabajos domésticos y de cuidados en su familia, a abandonarlas por una o media jornada, para reunirse con otras mujeres, reclamando derechos e igualdad. Ahora, en torno a la huelga de carácter productiva, que haya tenido que llamarse un día que no es 8, distorsiona la lectura de su efectividad, dado que muchas fuerzas se destinaron a las actividades dominicales, y el lunes laboral perdió fuerza en ese sentido. Lo cierto es que la masividad funciona por sí misma como acción y propaganda para la acción feminista en general, y como acumulación de fuerzas para las próximas fechas calendarizadas en el calendario propio del Movimiento Feminista.
Finalmente, encontramos a sectores de la clase trabajadora que, a propósito de la revuelta popular en curso, han logrado grados de rearticulación que no se habían visto desde hace varias décadas, debido al desmantelamiento que generó la dictadura, persecución y matanza de la herencia acumulada de sindicalismo a lo largo del siglo XX. En torno a Unidad Social, y más específicamente en su Bloque Sindical, existió la capacidad de reunirse y preparar el gran paro productivo del 12 de noviembre de 2019. Sin duda fue un gran acontecimiento que puso en jaque al bloque en el poder, generando pánico en la bolsa especuladora de valores y profundizando la crisis en curso.
Aquí podemos observar que ha habido algunos sectores de vanguardia dentro del exiguo movimiento sindicalista chileno, que le han logrado hacer contrapeso en esta coyuntura al sindicalismo mercantil de la Central Unitaria de Trabajadores. Dentro de aquellos sectores encontramos los sindicatos portuarios y sus dirigencias, quienes durante largos años han demostrado un compromiso con la clase trabajadora, demostrando primeramente haber conseguido mantener su independencia de ciertos grupos económicos dominantes, y últimamente maximizando su solidaridad con el resto del pueblo y capas trabajadoras; claramente, el trabajo sigue en curso y esperamos en el futuro siga profundizándose. Por el momento, aplaudimos el trabajo que se realiza en los puertos de Iquique, y de la quinta y octava regiones.
Otro de los gremios que han sido punta de lanza en estos momentos, han sido la Confusam y el Colegio de Profesores, demostrando la importancia de ciertos sectores públicos para la aglutinación de fuerza y la efectividad de ciertos llamados a paralización. El primero de esos gremios, cumpliendo una paralización que superó el mes de movilización, y el Colegio de Profesores, demostrando un discurso de los más claros políticamente hablando, aún sin lograr la gran adhesión del gremio anteriormente citado, pero con proyección, no solamente debido a la lista que actualmente comanda el gremio, sino que también por fuerzas pujantes que vienen surgiendo desde las movilizaciones estudiantiles 2011 y gremiales 2015.
Además, vemos que hoy cobran relevancia los comités de mujeres sindicalistas como nuevos espacios de acción política de las trabajadoras, que, además de levantar trabajo sindical desde una perspectiva feminista, busca abrirse paso en un mundo sindical lleno de vicios y malas prácticas, machista y (en muchas ocasiones) corrupto. Este sindicalismo de nuevo tipo, que busca llevar nuevas formas de hacer política, feminista, a espacios donde previamente no se encontraba poder de convocatoria, puede generar grandes cambios en las corrientes sindicalistas a nivel micro, en un primer momento, y repercutir en la forma de agrupamiento mayor en las centrales aún masculinizadas y añejas. En este sentido, debemos mencionar la coordinación que armaron las trabajadoras de la red Starbucks, junto con las trabajadoras de comida rápida de McDonald´s y Burger King, quienes se reunieron y dieron importantes señales de unión y trabajo conjunto, en miras a lo que fuera la Huelga General Feminista productiva y reproductiva de este año.
He aquí, entonces, otra veta que el feminismo va impregnando y logrando permear, así como lo ha sido ya en los sectores estudiantiles secundario y universitario y poco a poco en los barrios, villas y poblaciones, para generar cohesión en la clase y profundizar los lazos de las capas populares en torno a demandas que puedan unirse en un programa y ser profundizadas mediante los vasos comunicantes feministas y, más adelante, socialistas, esperamos.
Rosa Luxemburgo y la huelga de masas
Realizadas esas últimas reflexiones, es bueno poder recuperar alguna que otra idea de la política y escritora alemana Rosa Luxemburgo, que me surgieron y vinieron a la memoria con motivo de todo lo sucedido el 12 de noviembre principalmente, y las semanas que corrieron entre el 18 de octubre y mediados de diciembre.
Luxemburgo acierta en su libro Huelga de masas, partido y sindicatos, con la reflexión de que la huelga de masas no es otra cosa que el puntapié inicial para que el proletariado comience su escalada de lucha hacia una sociedad diferente. No es el golpe definitivo, ya que realmente la acción directa efectiva es la constante lucha sindical de los trabajadores.
En Chile, podemos ver que el movimiento sindical fue aplastado desde 1973 y a lo largo de década y media, para lograr ser cooptada gracias a dirigentes viciados y mediocres posteriormente. Es cierto que durante la década de los 80 hubo cierta reacción desde la escaza fuerza política que quedaba, pero la rección, por motivos obvios, no tenía la fuerza suficiente para poder recomponer un programa económico, sino más bien enfocado en el derrocamiento del tirano y el redireccionamiento del cauce político general.
La huelga general puede ser la mecha, pero no el instrumento único para poder conquistar el objetivo, ya que se carecería de plan concreto de lucha y estrategia y se caería en la espontaneidad y falta de dirección. Para no caer en la desesperación en quienes ven con desazón la lentitud de acción del Bloque Sindical, o el gran desacierto luego del llamado a paralización productiva de once minutos el pasado 11 de marzo, es importante señalar que la huelga es un “fenómeno histórico producto de condiciones. Revolución y Huelga General son dos ideas que en sí mismas no son más que una forma externa de la lucha de clases. No tienen sentido ni contenido más que en relación con situaciones políticas muy determinadas” (21). La lucha por la instauración de un programa económico determinado es un recorrido de largo aliento, y debe ser generado, socializado, disputado y conquistado, lo que no se consigue en algunos pocos meses, sino que en largo años de trabajo y acción política de la más diversa índole.
La huelga de masas es la forma en que se adopta la revolución proletaria, y si bien existe movimiento contrarrevolucionario, la huelga y la lucha se adapta y muta en formas diversas para expresar el caudal revolucionario. Lo económico y lo político, huelga indisociable. En Chile estuvimos 47 años acumulando rabia, 30 en la inmovilidad (no total, pero dando luchas parciales recién en los últimos años), lo que generó condiciones optimas para que la olla estallara de la manera sucedida. Ahora, el escenario nos demuestra que han quedado en la retina proletaria los años de pequeños talleres de niños, centros culturales, bibliotecas populares y documentales de memoria popular. El escenario del nuevo periodo político nos señala que el monstruo popular estaba dormido y que ahora se multiplican las fuerzas -orgánica pero inorgánicamente- para avanzar en la paulatina conformación de nuevos sindicatos, la profundización de contenidos en las asambleas territoriales, el levantamiento de nuevos espacios de mujeres, la agitación y propaganda más incisiva en las murallas de los pasajes y las avenidas, y la politización de espacios previamente impensados, como nuevos gremios y espacios deportivos. La efectividad de la huelga del 12 de noviembre nos mostró un camino que nuevas generaciones teníamos solamente en el ideario, mas no es la realidad. Y ojo, que aún nos queda, todavía, hacer un pormenorizado análisis de lo que han sido las asambleas territoriales y su potencial rol y despliegue futuro.
La tarea es ardua. Hay mucho que observar, analizar y escuchar en miras de la transformación política y económica definitiva. Mientras tanto, Rosa Luxemburgo, entre poesía y política, nos deja algunas líneas sobre la tesonera lucha que se ha emprendido, como para seguir creyendo y soñando, pero esta vez, con los pies en la tierra, con los pies bien puestos en la calle.
“La posibilidad de aplicación (de la huelga de masas), su fuerza de acción, sus cauces originales, se transforman incesantemente. La huelga de masas abre a la revolución, de súbito, amplias perspectivas nuevas en el mismo momento en el que la revolución parece metida en un callejón sin salida, y la propia huelga de masas parece negarse a ser útil en el preciso instante en el que se cree poder contar con ella sin duda de ninguna clase. Tanto se derrama como vasta marea sobre todo el imperio, como se fracciona en una red gigantesca de minúsculos arroyuelos; tanto brota del suelo como un manantial, como desaparece bajo tierra.
Huelgas políticas y económicas, huelgas de masas y parciales, huelgas de confrontación y de combate, huelgas generales de una ciudad, luchas pacíficas por mejores salarios y batallas de calle, combates de barricadas, todo esto se confunde, se entrecruza, se mezcla; mar de fenómenos eternamente móvil, cambiante. Y la ley del movimiento de estos fenómenos es clara: no reside en la huelga de masas en sí misma, ni en sus caracteres técnicos, sino en las relaciones políticas y sociales de las fuerzas de la revolución. La huelga de masas no es sino la forma en que reíste la lucha revolucionaria, y toda modificación de la relación entre las fuerzas, en el desarrollo del Partido y en la diferenciación de las clases, en la actitud de la contrarrevolución, actúa por mil vías invisibles e incontrolables sobre la acción de la huelga.
La huelga no es la huelga, no es puntual. La huelga son las luchas libradas por los trabajadores por años o décadas, y es la rabia y la organización acumulada en todo ese tiempo” (63-64).