Chile despertó. Todes despertamos. Estudiantes, subcontratad@s, feministas, el pueblo Mapuche y toda la militancia popular, fuimos pequeños destellos en este letargo en ensueño que duró 30 años. Y en este despertar, la clase trabajadora, de pesado cuerpo y complejas articulaciones, también se moverá. De Arica a Magallanes, las trabajadoras y trabajadores de nuestro pueblo se levantarán, en el día 26 de esta revuelta, en la Huelga General.
Lo harán los puertos y las minas. Solas y en calma quedarán las construcciones y las faenas de montaje industrial. También lo harán los trabajadores del sector público. Las aduanas estarán cerradas, los ingresos serán contemplados sólo por la Cordillera de los Andes y el vasto Océano Pacífico. El aeropuerto internacional tampoco abrirá sus puertas, ni sus pistas. Los Hospitales y consultorios solo funcionarán con turnos de emergencia. Los niños y niñas se quedarán en casa, cuidados por sus madres y padres, quienes no podrán llegar a trabajar, pues el tránsito estará cortado. Las carreteras estarán cortadas. Las micros no saldrán de sus depósitos.
La normalidad no llega y la Huelga General se impone, rememorando las históricas movilizaciones de la FOCH de Luis Emilio Recabarren y Teresa Flores; las movilizaciones de la CUT de Clotario Blest; las huelgas de los Cordones Industriales en defensa del gobierno de Salvador Allende; y las históricas protestas contra el tirano, cuando quienes nos antecedieron se jugaron la vida para poner fin a una dictadura cívica-militar que impuso un sistema injusto.
Y acá estamos nosotras y nosotros. Desafiamos este sistema neoliberal injusto e impuesto a sangre y fuego, el cual privatizó nuestras riquezas minerales, nuestros bienes comunes y nuestra dignidad. Dejó en manos de privados y del mercado nuestros derechos más básicos: la educación, la salud, la seguridad social, la vivienda. Precarizó nuestras vidas con bajos salarios y extensas jornadas laborales, obligándonos a endeudarnos para llegar a fin de mes.
Entonces, este 18 de octubre dijimos ¡basta!, y nuestro grito se extendió por todo el territorio, incluso más allá de la cordillera y del océano pacífico. Acabamos con el miedo de nuestros padres y madres, y salimos a la calle nuevamente. El miedo cambió de bando. El gobierno tembló y recurrió a los militares para silenciar nuestro grito de justicia, tal y como lo hizo en 1973. Pero no ha sido suficiente para ahogar nuestras voces. Por nuestros muertos y torturados, por nuestros mutilados y encarcelados, como anunció Tupac Katari cientos de años atrás, volvimos millones y vamos por todo.
Por nuestras abuelas y abuelos que tienen pensiones de miseria. Por nuestras madres y padres que tienen que vivir para trabajar, con salarios bajos y endeudados hasta las patas. Por nuestras hermanas y hermanos que tienen que pagar un crédito universitario de por vida, o que simplemente no pudieron pagar su educación. Por nuestras niñas y niños que son segmentados en escuelas de primera, segunda y tercera categoría. Por nuestros familiares que murieron en listas de espera o se tienen que levantar de madrugada para ir a buscar los medicamentos. Por todas ellas y todos ellos, seguimos en la lucha y seguiremos luchando.
Porque esto es hasta vencer o morir, pues hemos decidido que de rodillas no seguiremos más. Porque hemos reencontrado el sentido a vivir, pero a vivir de verdad. Porque estos 25 días han sido años. Hemos gritado, hemos llorado, nos hemos encontrado, nos hemos organizado y hemos luchado. Hemos vuelto a confiar y nos hemos reconocido en el vecino, en la compañera, en el hermano, en la familia, en el barrio, en la pobla. Hemos tenido miedo y nos hemos preocupado por nuestro pueblo, nuestra clase. Hemos sonreído en el cacerolazo y en la barricada. Hemos compartido en la conversación de la Asamblea y en la olla común. Nos hemos prometido que no permitiremos la impunidad y que haremos justicia por nuestras hermanas y hermanos asesinados, torturados, violados y mutilados.
Hoy seguimos de pie, pues la lucha continua hasta derrocar al sistema neoliberal con el que nos han violentado todos estos años. Hasta que nos veamos nuevamente las caras en una Asamblea Popular Constituyente, hasta poner por delante los intereses de nuestro pueblo y no los intereses de los militares, empresarios y políticos que han abusado con nuestra dignidad. Basta ya de miseria, no tenemos nada más que perder, pero todo aun por ganar. Seguiremos, seguiremos hasta que valga la pena vivir.
¡Adelante, a la Huelga General este 12 de Noviembre, con todas las fuerzas de la historia!
¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!