Catalina Figueroa
En la madrugada del 8 de Marzo del 2019, un grupo de compañeras se disponía a ponerle pañoletas verdes a distintas estatuas por la Alameda, mientras lo hacían se encontraron con algunas trabajadoras del aseo que les preguntaron qué hacían, las compañeras les hablaron de la huelga y las trabajadoras del aseo decidieron ahí mismo plegarse a ella, debido al bono que estaban peleando en la empresa para la que trabajan. Pidieron pañoletas y se sacaron fotos con el puño en alto.
Cuando sonó la campana del inicio de clases en un liceo de la Reina, los y las niñas entraron a sus salas, que aquél día tenían los nombres de grandes mujeres de la historia y se dedicaron a hablar de ellas durante la primera hora de clases.
Algunas horas después la señora Andrea, trabajadora de casa particular que afortunadamente no trabaja los viernes, le dijo a su marido que estaba en huelga, que estaría descansando y que, si tenía hambre, había fideos en la cocina, que se fuera acostumbrando.
A las 12 del día, en la convocatoria del partido de fútbol feminista, Camila llevó los pasteles que vende regularmente en la calle, los vendió todos en dos horas y llamó a su jefe, quien también es su esposo, para avisarle de las ventas, él alegre le dijo que fuera a buscar más a la casa, que quedaban 5 horas de trabajo aún, ella le dijo que no, que desde ese momento se plegaba a la Huelga Feminista.
Después de almuerzo, en un hogar del SENAME, se veían pancartas en las puertas de entrada, todos haciendo referencia al Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
En la tarde, se alistaban para marchar mujeres del espectro autistas, quienes se organizaron por el 8M, y mientras marchaban gritaban “somos mujeres, somos autistas buscamos equidad y una sociedad inclusiva”.
Un poco antes de que acabara el día, en el escenario de la marcha Ann leía la carta que habían escrito, en ocasión del 8M, las mujeres privadas de libertad de la cárcel de mujeres de Santiago.
La mañana siguiente, Alejandra revisó su teléfono y estaba lleno de mensajes de colegas periodistas agradeciéndole el trabajo y la posibilidad que les había entregado este proceso, de escribir y hablar de lo que ellas querían.
A mí, mientras manejaba por la Alameda el 9 de marzo, se me caían las lágrimas por los rayados y murales que inundaban las murallas y que se escuchaban como un solo grito que no nos iba a abandonar más.
Estas son algunas de las historias que he podido escuchar de un 8 de marzo histórico. Un día en el que la convocatoria a la marcha desbordó todos los límites de lo posible y se constituyó como la marcha más grande después del fin de la dictadura. Pero que no solo se edificó de eso, sino que de un sinfín de historias individuales y colectivas que nos hicieron pensar en que otro mundo es posible, uno en donde la opresión de género y la situación de grave precariedad de nuestras vidas, no sean la norma. Y un día que nos permitió corroborar que somos las mujeres trabajadoras organizadas las que tenemos la posibilidad de cambiarlo todo.
Para quienes organizamos esta jornada, despertar el 9 de marzo fue un poco confuso, las 24 horas de huelga se habían ido, pero aun así quedaba mucho por hacer.
¿Qué hacer hoy?
Hoy es necesario continuar fortaleciendo los espacios de coordinación de los que nos hemos dotado y proyectar cómo nos seguimos articulando con más mujeres, disidencia y con más pueblos. Hoy tenemos que tener claro, que es el movimiento feminista el que está encabezando la recomposición del campo popular, que es el feminismo el que ha permitido la vinculación de luchas que antes aparecían como separadas.
A un mes del 8M, el camino sigue siendo largo y quedan muchas cosas por hacer, pero las tareas están claras, por un lado hay que seguir avanzando en la difusión de un programa construido de manera democrática que incluye áreas fundamentales para combatir al capital, y por otro, hay que continuar trabajando en la articulación de este movimiento con el de distintos pueblos y países que se han dado a la tarea del levantar el 8 de marzo en Latinoamérica y el mundo.
La invitación es a seguir soñando con lo imposible y a olvidar los moldes que teníamos, porque después del 8M, nada volverá a ser lo mismo.