Por Victoria Arriagada
Mesa Feminista – Convergencia 2 de abril
Ya han pasado dos meses aproximadamente del estallido de una serie de movilizaciones feministas que tuvieron su clímax en los meses de mayo y junio. Experiencias que sacudieron la vida universitaria y al movimiento estudiantil, traduciéndose en decenas de centros educativos paralizados y tomados; manifestando con ímpetu la necesidad de una educación no sexista, democrática y al servicio del pueblo.
En el mismo escenario, masivas y potentes manifestaciones emergían nuevamente desde el otro lado de la cordillera (registrando más de 1.000.000 de personas en las calles). Se trataba de una inmensa «marea verde» articulada a partir de una serie de luchas impulsadas desde diferentes organizaciones de mujeres y del pueblo argentino. Del mismo modo, el pasado 14 de Junio, luego de más 22 horas de debate, negociaciones y vigilia en el Congreso, el proyecto de ley para la Interrupción Voluntaria del Embarazo sin restricción de causales logró media sanción en desde la cámara de Diputados con 129 votos a favor y 125 en contra. Hito que sin duda fue conseguido tras años de lucha de las feministas argentinas, las que lograron doblegar, en cierta medida, los intereses de la iglesia católica, del gobierno Macrista e incluso los intereses que “guardaba» el conglomerado Kirchnerista, quienes también se opusieron a esta demanda en el período de Cristina Fernández.
Luego de ese proceso las organizaciones feministas se abocaron a presionar directamente a las dirigencias de la CGT argentina para que abandonen sus posiciones conservadoras y burocráticas y asuman la necesidad de incluir al aborto legal dentro de su plan de lucha. Al mismo tiempo las compañeras se concentraban también en plazas, calles y a las afueras del congreso, en perspectiva de preparar el 8 de agosto (día en donde se discutirá y votara en el senado).
Volviendo a Chile, estudiantes y trabajadoras nos encontramos levantando una nueva jornada de protesta para este 25 de Julio. Ya son 6 años consecutivos en que las mujeres obreras y estudiantes hemos salido a marchar bajo la consigna de un “Aborto libre, seguro y gratuito”. Este año sin duda es distinto, puesto que además, se suma la necesidad de superar el intento de «cooptación social» pretendida por el segundo gobierno de Bachelet, traducida en la actual ley de despenalización del aborto en tres causales, promulgada el 14 de septiembre del 2017, y que si bien es fruto de la lucha de una serie de procesos levantados por miles de compañeras, es a la vez insuficiente frente a los objetivos que nos planteamos desde el feminismo hoy en día.
MÁS ALLA DE LAS 3 CAUSALES
En septiembre del año 2017, bajo el mandato de la Nueva Mayoría se promulga la nueva ley de aborto en Chile, proceso en el cual el oficialismo de ese momento solo jugó un papel contenedor y termino apostando por la restricción bajo 3 causales exclusivas (pese a las múltiples manifestaciones por aborto libre que se había desarrollado durante los últimos 5 años). Ya en el congreso y principalmente por obra de la bancada UDI Y RN – quienes son gobierno actualmente- la discusión de la aprobación de ley pasó al Tribunal Constitucional (organismo creado en la dictadura militar que se ha convertido en un bastión emblemático de la derecha más «dura» y prácticamente en una “tercera cámara legislativa” en casos específicos) por la referencia a la “objeción de conciencia”, en el cual de los 10 miembros solo 2 eran mujeres.
Ahora bien, si hablamos de cifras, desde el año 2007 hasta el 2016 habían ingresado al Ministerio Público cerca de 51.930 casos por delitos relacionados con violaciones o abusos sexuales, los que se desagregan en: violaciones a menores y mayores de 14 años, violaciones con homicidios y robo con violaciones. Siendo mujeres más del 85% de las víctimas y solo alrededor del 13% correspondiente a hombres. Es decir, en promedio la última década –según registros formales– 12 mujeres y 1 hombre fueron víctimas de algún tipo de violación sexual al día. Por añadidura, entre el 1 de Enero y el 31 de Julio del 2017 se habrían registrado 2.723 víctimas de las cuales 2.415 fueron mujeres.
Además, según “Corporación Miles”, el año 2016 habría incrementado el ingreso por delito de violación en menores de 14 años.
Teniendo esta serie de datos y relacionándolos con la ley actual de aborto en 3 causales, queda al descubierto la ineficacia social y política de la actual legislación desde su concepción misma. Más aún, siendo que rápidamente fue contradicha por el protocolo de objeción de conciencia que daba pase a que profesionales de la salud sobrepongan su moral conservadora y religiosa en desmedro de las necesidades de las mujeres del Pueblo vulneradas, y con ello negando tajantemente el derecho a interrumpir el embarazo. Del mismo modo, muchas de las niñas u adolescentes que han sido víctimas de violencia sexual, desconocen que están en estado de embarazo, hasta que por diversos malestares son llevadas a un centro de salud, ocurriendo esto frecuentemente luego del plazo de 14 semanas que hoy día la ley establece. Al mismo tiempo que en el caso de las niñas víctimas de violación, resulta muy difícil diagnosticar el embarazo resultado del abuso en el plazo definido.
La actual legislación no es más que una restricción en pos de los intereses conservadores de la iglesia, la burguesía y los empresarios de la salud (quienes buscan conservar las actuales condiciones materiales y morales que rigen en el actual régimen capitalista patriarcal). Además, esta ley no problematiza, ni es capaz de disminuir en absoluto el número de abortos clandestinos que se registran cada año, culminando éstos mayoritariamente en muertes, infecciones, mutilaciones y hemorragias; por las insalubres y riesgosas condiciones con los que se practican, o bien, en maternidades forzadas teniendo en cuenta que en Chile el 3,7% de las mujeres adolescentes (de 13 a 19 años) están en situación de embarazo o período de lactancia.
Es indudable, que la problemática de la maternidad adolescente (muchas veces forzada) y su relación directa con la imposibilidad de poder acceder a abortos seguros es una problemática específica de la clase trabajadora. Y es de clase, porque son las niñas y adolescentes pobres, vulneradas, las hijas de trabajadoras precarizadas, las que hoy asisten a los liceos más precarios del país y que a los 15 años están embarazadas. Es la educación de mercado, la misma que sustenta sus lógicas estructurales desde el sistema capitalista patriarcal, la que nos divide socialmente en roles según nuestra clase y género, la que muchas veces impone la moral de la iglesia y coarta el derecho a la información sobre los derechos sexuales y reproductivos: la que no nos deja decidir verdaderamente sobre nuestros cuerpos y sobre la maternidad.
Y con ello, abriendo paso a la existencia de centros clandestinos de aborto o prácticas insalubres muchas veces precarias y que evidentemente son de consumo de las mujeres más pobres de la sociedad.
ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO: UNA LUCHA FUNDAMENTAL PARA LA CLASE TRABAJADORA.
Ya sabemos que la lucha por el aborto no es algo desconocido para nosotras como mujeres del pueblo: ni actualmente, ni históricamente. Y es que, no son otras, sino las mujeres trabajadoras las que hoy se ven profundamente precarizadas en sus condiciones de vida, primero en relación con las mujeres de clases privilegiadas y segundo en relación a la propia opresión patriarcal en el seno de la misma clase trabajadora. Creemos eso sí, que estas relaciones de explotación y opresión tienen un origen determinado por la organización atomizada de la familia como institución social fundamental para la reproducción social del sistema capitalista patriarcal, el cual gestiona no solo la economía sino que además, todas las demás “dimensiones” de nuestras vidas, entrando ahí, la maternidad y las relaciones personales y afectivas.
Y es que fue con el surgimiento de la sociedad capitalista y su proceso de constante expansión que la situación de la opresión histórica de la mujer se fue transformando radicalmente, al igual que todas las demás relaciones sociales. Siendo relegadas por parte de la clase dominante a ser “ciudadanas de segunda clase”, sin privilegios, desplazadas a la «esfera privada» de la vida social, y siendo víctimas de la opresión dentro del marco familiar al no poseer dominio sobre el salario familiar (en manos del varón). Particularmente en nuestros tiempos -y donde las mujeres ya hemos entrado en masa al mercado laboral- además de habernos convertido en obreras asalariadas y explotadas seguimos cargando socialmente con el peso del trabajo doméstico y de cuidados, determinando una relación de doble explotación: en el trabajo asalariado sometidas a discriminaciones salariales, pensiones de miseria y condiciones laborales indignas; y en el trabajo doméstico desarrollando labores de cuidados y enseñanza, las que no son remuneradas al no producir valor directamente en el mercado capitalista.
Mientras que las mujeres de la clase alta tienen las posibilidades de optar a un buen servicio de salud y tener todos los derechos garantizados sin carencias de nada, son las mujeres obreras las que muchas veces por carencias y condiciones de vida indignas se ven en la necesidad de irrumpir un embarazo y deben optar a la clandestinidad.
Es preciso, entonces, entender que la problemática y la exigencia de un derecho al aborto legal, seguro y gratuito, y su respectivo avance será resultado de la lucha de las mujeres trabajadoras oprimidas y la clase en su conjunto. Y es que, sería un error reducir este derecho a una mera cuestión de salud pública y decisiones propias, cuando existe un complejo régimen social que nos ha relegado como mujeres a condiciones de explotación, opresión y miseria. Las condiciones de pobreza, de desamparo, de incompatibilidad laboral, etc. No cabe en lo absoluto, como una decisión “libre” ya que, han sido condiciones impuestas bajo el sistema capitalista patriarcal para la perpetuación de la división sexual del trabajo como condición histórica funcional al capital y sus procesos de acumulación.
Y puesto que la lucha por la liberación de la mujer es una lucha directamente anticapitalista, la lucha por el aborto libre es una lucha inmediata de todo el conjunto de la clase trabajadora, y que en lo especifico significa erradicar definitivamente el control de la salud de las manos de empresarios y grandes conglomerados económicos privados, posibilitando un sistema único de propiedad estatal y bajo condiciones determinadas por la misma clase trabajadora. Mientras que la lucha por la liberación de las mujeres del pueblo por despojarnos de las cadenas impuestas por el trabajo doméstico y de cuidado es una lucha directa contra la institución social de la familia que organiza dimensiones de la reproducción social que nos mantienen oprimidas. Debemos entonces apostar por la centralización de una serie de labores domésticas y de cuidado focalizándolas en el ámbito institucional público, así como vamos avanzando en la democratización de dichas labores en los núcleos familiares actuales.
Para avanzar políticamente en la conquista de estos nuevos derechos es indispensable ir construyendo programas de corto, mediano y largo alcance que sitúen históricamente las posibilidades del conflicto contra la explotación capitalista patriarcal ,y que en Chile estamos llamadas a comenzar a construir, profundizar y amplificar, si queremos pensar si quiera en un programa político revolucionario que verdaderamente sea feminista.
La problemática está latente y las cifras son alarmantes, debemos luchar de manera organizada, trabajadoras y estudiantes para garantizar un derecho fundamental para la mujer del pueblo, desde condiciones salubres más óptimas, seguras y gratuitas.
¡POR LAS MUJERES DEL PUEBLO, LAS TRABAJADORAS Y ESTUDIANTES, YA NO BASTAN 3 CAUSALES: ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO YA!