Hace unos días, el INE entregó un informe llamado ENCUESTA SUPLEMENTARIA DE INGRESOS 2017, la cual confirma lo que ya vienen señalando hace un tiempo distintas organizaciones y centros de estudio: los salarios de las personas que trabajan en Chile son sumamente precarios.
Lo primero, es que la brecha salarial llega a un -29,3% entre los hombres y las mujeres, es decir, la discriminación entre hombres y mujeres haciendo el mismo trabajo se mantiene en una tasa sumamente alta.
De igual manera, el 50% de las personas ocupadas percibió ingresos menores o iguales que $379.673 en 2017. La mayoría de los ocupados que ganan un monto igual o menor que el ingreso mediano son mujeres (52,0%). Sin embargo, del total de ocupados, la mayor proporción son hombres (55,8%).
A esto se le suma lo que señala el informe del INE, VIII ENCUESTA DE PRESUPUESTOS FAMILIARES, la cual señala que los hogares del primer quintil reciben un ingreso de $358.181 y gastan $595.114, es decir, ni siquiera el salario alcanza para afrontar el total de los gastos, debiendo recurrir a las deudas, esclavizando a las personas de por vida con la banca y casas comerciales para sustentar su sobrevivencia. Esto lo corrobora el Informe de Cuentas Nacionales por Sector Institucional que elabora el Banco Central, donde indica que Los Hogares mostraron una deuda equivalente a 71,5% de su ingreso disponible anual, siendo su principal componente los préstamos bancarios.
De igual forma, las mujeres obtuvieron un ingreso mediano mensual de $319.725 y los hombres de $402.355, es decir, la brecha de género del ingreso mediano se ubicó en -20,5% en desmedro de las mujeres.
El tramo de ingresos de $200.000 a $300.000 concentró la mayor proporción de ocupados (18,1%), seguido por los tramos de $300.000 a $400.000 (17,2%) y de $400.000 a $500.000 (12,2%).
Esto entra en absoluta contradicción con lo que informo hace un tiempo el estudio de The Boston Consulting Group el cual indicó que “La riqueza total de los hogares chilenos durante 2016 creció un 7,69%, donde 115 familias tienen un patrimonio líquido sobre US$100 millones y 4.263.924 de familias poseen entre US$0 y US$0,1 millones”. Esto significa que 115 hogares concentran cerca del 14% del total de la riqueza del país. Para un examen más detallado, el texto Distribución de Riqueza No Previsional de los Hogares Chilenos del Banco Central indicó que alrededor del 72% de la riqueza está concentrada en el quintil más rico. Y si se profundiza más, como señala el estudio realizado por la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile la “Parte del León”: Nuevas estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile, el cual señala que “es realmente en el 1% más rico y sobre todo en el 0,1% y 0,01% más rico, donde se concentra el ingreso. Aquí se ha demostrado que aun en base a una estimación conservadora del ingreso de los súper ricos, su participación en el ingreso personal total es extraordinariamente alta, llegando a más de 30% para el 1% más rico, 17% para el 0,1% más rico y más de 10% para el 0,01% más rico en promedio durante el periodo 2004-2010. En términos internacionales estas son las más altas participaciones que se conocen.”
Complejo panorama, ya que es la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la que pone a Chile como el tercer país con menor sueldo por hora, mientras que también supera ampliamente el promedio de horas trabajadas al año. Es decir, trabajamos más, ganamos menos y los grandes capitales acumulan dichas riquezas producidas por las grandes mayorías.
Esta es una olla a presión, justo en un año que se debe negociar el salario mínimo, en el cual la clase trabajadora tiene muy pocas estructuras capaces realmente de luchar para mejorar y construir condiciones mínimas. Sin embargo, como se ha visto a través del tiempo, estas problemáticas y crisis aguda generara un proceso de crispación tal, que más temprano que tarde, el pueblo luchando, transformará este asunto, así como la totalidad de los asuntos que se han impuesto y perpetuado por tanto tiempo.
Esto cambiará.
Por José Carlos Flores