Por Leo Olate
“Sobre el encuentro de mujeres del EZLN: Resistiendo el genocidio del patriarcado y del capital”
Hace ya un mes, ocurrió en México específicamente en el estado de Chiapas, Caracol de Morelia, uno de los hitos internacionalistas feministas más relevantes de nuestro siglo: “El primer encuentro internacional, político, artístico, deportivo y cultural de mujeres que luchan”, el cual se desarrolló entre el 8 al 10 de marzo. Asistimos entre 5.000 y 10.000 mujeres, de 34 países del mundo y 27 estados de México. Se realizaron más de 200 propuestas e intervenciones artísticas, mesas de discusión, baile, deporte, teatro, música, etc., tanto de mujeres zapatistas como de mujeres de todas partes del mundo.
El objetivo del presente artículo es sintetizar humildemente lo que fue el encuentro, a petición de tantas compañeras que querían viajar y no pudieron, además de plantear algunas apreciaciones, énfasis y conclusiones.
Las mujeres que logramos asistir fuimos privilegiadas, pero no sólo por el hecho de estar ahí y vivenciar tal experiencia, sino por el hecho de que muchas de nosotras tuvimos el dinero y/o el acceso a endeudarse, para viajar. O sea que nuestra clase social o nuestro nivel de ingresos, en muchos casos (no todos) determinaron el poder o no asistir a un hito como fue este encuentro; cuestión que debe resolverse para una siguiente vez, buscando soluciones colectivas al financiamiento de las compañeras participantes, quienes ojalá también lleven consigo experiencias de trabajo colaborativo y no sólo individuales, y fueran elegidas o designadas también de forma democrática; quienes buscamos un feminismo popular, de clase, donde las mujeres trabajadoras que luchan (tal como dice el título del encuentro) estén representadas y aportando su siempre bienvenida sabiduría.
Intentaré realizar primero una descripción y análisis de lo que fue el encuentro, para posteriormente aportar elementos del proceso de organización de las mujeres del EZLN que nos lleva al punto en el que estamos hoy, y finalmente dejar algunas conclusiones propias para la discusión abierta entre feministas y compañeros/as de organizaciones mixtas.
Preparación del encuentro
Lo ocurrido esos días, comienza mucho antes del 8 de marzo, y tanto antes de la convocatoria oficial, aparecida en diciembre. Nos contaban las compañeras zapatistas, que estuvieron durante meses, reuniéndose y discutiendo de forma democrática, en sus colectivos comunales, luego regionales y así, como actúan ellas, deliberando desde abajo y a la izquierda.
Decidieron hacerlo entre todas, de forma colectiva, y también deciden no preguntarle a los hombres “pues nunca se había realizado algo así antes, por lo que los hombres tampoco sabían cómo hacerlo”, así que lo realizaron entre ellas. La democracia, el sentido de colectividad, un trabajo de meses y sólo de mujeres, se encuentra detrás de la experiencia que logramos vivenciar.
Luego, cuando recibimos la convocatoria de las compañeras el 29 de diciembre del 2017, y muchas temblamos de emoción por poder asistir; en su mensaje de convocatoria, nos damos cuenta de varios elementos políticos y diagnósticos que compartimos con ellas: que la violencia machista y patriarcal que vivimos en nuestro país, resulta transversal a todos los países del mundo, y la respuesta (o no respuesta) de los Estados, cómplices de estos crímenes, también está ocurriendo en México y el resto del planeta. Bien dicen las compañeras: “Y ahora lo sabemos porque está más peor, porque ahora, en todo el mundo, nos asesinan. Y a los asesinos, que siempre son el sistema con cara de macho, no les importa si nos matan, porque los policías, los jueces, los medios de comunicación, los malos gobiernos, todos los que allá arriba son lo que son a costa de nuestros dolores, los cubren, los solapan y hasta los premian”.
Sumado a esto, se plantea el encuentro como un espacio sólo para mujeres, lo que también habla del reconocimiento de las compañeras que convocan, que para avanzar en ciertos momentos, necesitamos nuestros espacios sólo de mujeres, y que si algún compañero quisiera asistir, debe ser en una actitud humilde, cooperadora, en un rol secundario o de colaboración logística y de aprendizaje. No así los niños/as que son convocados y parte importante de la asistencia del encuentro.
La violencia como temática central
La violencia sería una de nuestras principales preocupaciones, como mujeres del mundo reunidas. La violencia y cómo enfrentarla, en todas sus formas, y no sólo contra las mujeres, sino también los niñas/os y los territorios.
La lucha por la vida y por la tierra va de la mano, y nuestros enemigos quedan claros durante todo el encuentro, en los discursos de las compañeras y en las mesas de trabajo. El patriarcado y el capital, funcionales uno a otro (acuerdo de al menos la mayoría de las asistentas).
A lo largo de los días fuimos testigos de las múltiples expresiones, deportivas, culturales, artísticas, como reflejo también de la diversidad de las formas de lucha y la riqueza que debíamos rescatar de esa diversidad.
Desarrollo del encuentro
Estar en territorio zapatista, en lo que las compañeras llamaban “el corazón de la lucha”, verlas, escucharlas, y reconocer su humildad, su respeto en las pláticas y discusiones, aunque tuvieran gran conocimiento y experiencia, su actitud era siempre humilde y autocrítica; y la generosidad al recibirnos y brindarnos alimentación, espacios donde dormir, servicios básicos, para más de ¡8000 mujeres!, cuando ellas mismas tenían presupuestado recibir una cantidad mucho menor de compañeras.
De las zapatistas no sólo aprendimos de la lucha como tradicionalmente la conocemos, sino que nos mostraron expresiones deportivas, danza, teatro, pintura, como formas de organización y resistencia al interior de sus comunidades, y donde las mujeres participaban activamente. Aprendimos que la lucha no es sólo la marcha, el corte, la toma de un espacio, sino que existen distintas formas de luchar y cada una tiene su momento y validez. Y sobre todo nos llevamos su actitud de humildad, respeto y generosidad. El amor en cada acción aunque fuera simple o desagradable. Un compromiso con una lucha que les había cambiado la vida, y que había conquistado su mente y su corazón.
Las compañeras insistieron en la importancia de estar organizadas, de dejar de agredirnos entre mujeres, que también ese es parte del patriarcado que nos inunda y nos limita para avanzar. Ser capaces de ver que hay distintas formas de entender el feminismo y alejarnos de la superioridad moral que algunos movimientos feministas pretenden tener. Nos dieron una lección de humildad y un llamado a la unidad:
“(…) tal vez, cuando ya acabe el encuentro, cuando regresen a sus mundos, a sus tiempos, a sus modos, alguien les pregunte si sacaron algún acuerdo. Porque eran muchos pensamientos diferentes los que llegaron en estas tierras zapatistas. Tal vez entonces ustedes responden que no. O tal vez responden que sí, que sí hicimos un acuerdo. Y tal vez, cuando les pregunten cuál fue el acuerdo, ustedes digan acordamos vivir, y como para nosotras vivir es luchar, pues acordamos luchar cada quien según su modo, su lugar y su tiempo. Compañera Érika
Además de comentar la inmensidad de discusiones, aprendizajes que tuvimos en este espacio, es difícil dejar de hablar de cómo nos sentimos.
Hace unos días leía a la compañera Carolina Muela, quien describía la increíble sensación de paz que sentíamos al estar rodeadas sólo de mujeres: “sabías que nadie te iba a mirar lujuriosamente, ni te iban a acosar o a lastimar”. Me preguntaba cómo es que el patriarcado ha permeado a nuestros compañeros y a nosotras mismas, que estamos llenas de miedo y que espacios como éste nos liberan de una forma tan indescriptible. De mi parte no creo que todos los hombres del planeta sean violentos o acosadores, pero esa sensación de paz, de libertad, la escuché en muchas compañeras y me planteaba varios cuestionamientos sobre el punto al que hemos llegado, cómo podemos empezar a pensar para remediarlo, y construir otro mundo distinto.
Por otro lado, la emocionalidad fluía libremente. Éramos capaces de llorar en las mesas o pláticas, escuchando e identificándonos con los testimonios de las otras compañeras y sin sentir la necesidad de reprimir lo que sentíamos, como muchas veces nos ocurre en las dinámicas de organizaciones mixtas. Lo personal era político y se hacía carne en cada discusión, en cada exposición, baile, nos veíamos en las otras y crecíamos y nos liberamos en conjunto.
Cierre del encuentro
Las compañeras terminan de manera muy emotiva el encuentro; Agradeciendo a sus compañeras zapatistas que no pudieron asistir, porque quedaron realizando labores del campo o cuidado de cooperativas. A los compañeros “que cuidaron de nuestra familia, animales, casas, cuarteles, campos y que estuvieron pendientes por si los malos gobiernos hacen alguna maldad en contra del encuentro”. Obviamente se agradeció la asistencia y la cantidad de pláticas, música, arte, baile, teatro, etc,: “lo tomamos como un regalo muy valioso que vamos a cuidar y vamos a hacer más grande, porque lo vamos a llevar a nuestras comunidades y pueblos”.
Pero lo más impactante al menos para las extranjeras, fue su nivel de autocrítica sobre el encuentro. Ellas nos dicen “de corazón les pedimos disculpas por los errores y fallas que tuvimos en esto, seguro la próxima vez, si es que hay, ya no nos sale tan mal”. Les decimos que vamos a tomar en cuenta todas sus críticas para mejorar, “pues la verdad hermanas y compañeras es que sufrimos mucho, porque no sabemos cómo vamos a hacer”. Luego de un encuentro gigantesco, totalmente exitoso, nos sorprendían sus palabras y su nivel de humildad y auto crítica.
Un poco de historia. El proceso de las mujeres del EZLN.
Conocemos del proceso del EZNL desde 1994, año en el que se levantan las comunidades en resistencia y a la vez se proclama la “Ley revolucionaria de las mujeres”. Generada a través de un proceso democrático donde las Comandantas Susana y Ramona recorren y discuten con las comunidades en colectivo.
Dicha ley busca terminar con la realidad de las mujeres indígenas hasta el momento: analfabetismo, desnutrición, casamientos sin consentimiento (dote), esterilización forzada de parte de los gobiernos, multíparas (sin derecho a anticoncepción o decidir si tener o no hijos), largas jornadas de trabajo marcadas por la división sexual del trabajo, no hay derecho a tener tierra o a estudiar, ni a salir de las comunidades, etc. Una precariedad material que no sólo afectaba a los hombres, sino dos o tres veces más a las mujeres zapatistas.
Es entonces donde la antropóloga francesa Jules Falquet, nos aporta resaltando la importante participación cuantitativa y cualitativa en el proceso de rebelión zapatistas de las mujeres. Además del proceso de trasformación cultural de las mujeres zapatistas y la posibilidad de que: “actualmente existe una dimensión colectiva en sus búsquedas, un telón de fondo que ellas mismas se han dedicado a dibujar: la posibilidad de una trasformación cultural como mujeres, sin dejar de ser mujeres indígenas”. Lo que nos hace cuestionarnos este concepto errado de que las culturas indígenas son monolíticas e inmutables.
En la práctica, las mujeres zapatistas lograron formar parte de 1/3 de las fuerzas militares y del 50% de las bases de apoyo, sumado a diferentes cargos relevantes de comandancia a nivel comunal y del Comité Nacional Indígena, siendo muchas veces portavoces de la voluntad popular. Destacado es el caso de la Comandanta Ramona mujer indígena tzotzil, Comandanta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Fue la encargada durante el movimiento zapatista, desde la clave estratégica de la toma de San Cristóbal de las Casas, el 1 de enero de 1994.
Durante el año 2007 al 1 de enero de 2008, se realiza el Primer encuentro de mujeres Zapatistas, llamado “la Comandanta Ramona”, llegando mujeres de todos los caracoles, compartiendo sus palabras desde las abuelas, resaltando como era su vida antes y después del levantamiento de 1994, relatando las formas de esclavitud moderna que sufrieron, además de la lucha por la expropiación de sus cuerpos. Las zapatistas o niñas más jóvenes agradecen: “se practica el compañerismo, el respeto y la igualdad entre niños y niñas… se resalta el hecho de que no sean discriminadas, que sean tomadas en cuenta sus palabras en la educación autónoma zapatista actual”.
Conclusiones
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El ejemplo del encuentro de mujeres que luchan del EZLN resulta ser clarificador en cuanto a la necesidad de abordar las múltiples opresiones/explotaciones que nos afectan. Interseccionalidad de las luchas.
- La violencia, en todas sus formas, y su aumento tanto en número como en crueldad, parecen ser expresión de un “síntoma de la historia”.
Citando a Rita Segato: “Se trata de un signo incontestable del proceso de los tiempos y del modo de vida que se ha impuesto en el capitalismo tardío. En esta era, el sufrimiento y la agresión impuestos al cuerpo de las mujeres, así como la espectacularización, banalización y naturalización de esa violencia constituyen la medida del deterioro de la empatía en un proceso adaptativo e instrumental a las formas epocales de explotación de la vida” … “En esta fase extrema y apocalíptica en la cual rapiñar, desplazar, desarraigar, esclavizar y explotar al máximo son el camino de la acumulación, esto es, la meta que orienta el proyecto histórico del capital, es crucialmente instrumental reducir la empatía humana y entrenar a las personas para que consigan ejecutar, tolerar y convivir con actos de crueldad cotidianos”.
Por otro lado Silvia Federici plantea: “La teoría es que, una vez más, esta persecución está vinculada a la explosión de las relaciones capitalistas que se produce en esta fase de desarrollo capitalista, la actual globalización, que comienza a desarrollarse tras la crisis de 1973.
En efecto, la caza de brujas empieza en el mismo periodo que los ajustes estructurales, que son un proceso económico de cercamiento de recursos, de titulación individual de la tierra promovida por las instituciones internacionales, de destrucción del régimen comunitario y de empobrecimiento de las masas”.
Podemos concluir que, la violencia que sufrimos las mujeres, esta “guerra contra las mujeres” o “la nueva matanza de brujas”, sumada el despojo y la sobre explotación y aniquilación de la tierra, tiene su base material, económica que responde a un momento de desarrollo del capital, lo que debemos visibilizar y atacar en conjunto con el resto del pueblo y movimientos organizados.
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Por último plantear, que el feminismo como parte de una cuarta oleada feminista, está siendo un movimiento dinamizador y de vanguardia a nivel nacional y mundial.
Y tal como plantea el autor Luciano Fabbri. “cada vez estamos cuestionando más la materialidad misma del patriarcado, como forma de organización social, económica y política, que produce cuerpos y vidas concretas. Necesitamos finar nuestra política y fortalecer nuestras construcciones que superen el individualismo”.
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La necesidad de espacios separatistas aún en organizaciones mixtas; que planteen y permitan sensaciones y discusiones como las descritas, y sean un avance y aporte al desarrollo de un feminismo de clase, que influya en una política educativa, de trabajadores, salud, etc. como parte y base fundamental de cualquier organización y lucha que pretenda trasformar la sociedad, sin replicar viejos errores de la/las izquierdas.
“Nos vamos cada una de nosotras formadas y transformadas con su ejemplo de rebeldía, dignidad, fuerza y resistencia. Para seguir luchando desde nuestras trincheras.”