Paola Suárez: El feminismo tiene un gran desafío de reconocimiento

Por Salvador Bello y Jessica Leguá (Escuela Popular Feminista)

Como Escuela Popular Feminista, estuvimos conversando con Paola Suárez en el marco de su participación en el ciclo de foros y talleres “Feminismos Revolucionarios en Latinoamérica” durante Octubre del 2017. Paola, participa en la Red Popular de Mujeres de la Sabana en Colombia, donde desarrolla actividades como educadora popular y activista feminista, junto a otras mujeres de la Red participaron en la construcción del libro Diálogos, reflexiones y desafíos en Colombia: Hacia un feminismo popular” (Fundación Rosa Luxemburg), que se lanzó en Colombia y se está compartiendo en distintos países de América Latina.

De su paso por Chile nos comentó sobre la situación política y social de Colombia y el movimiento de mujeres en este contexto. Dialogamos con ella para que nos cuente cómo fue su experiencia en la realización del libro.

Entrevistadoras: En tus exposiciones y talleres te refieres al feminismo popular, tema central en el libro que acaban de lanzar con la Red de mujeres de la Sabana donde participas, “Diálogos, reflexiones y desafíos en Colombia: Hacia un feminismo popular” ¿Cuál es el contenido del libro? ¿De qué proceso surge?, y ¿qué elementos pretende aportar esta sistematización?

Paola Suárez: El libro más que una sistematización, es la presentación de una serie de reflexiones y análisis de algo que ha venido surgiendo en nuestra organización llamada Red popular de mujeres de la sabana (RPMS) al pensarnos desde un feminismo popular como base para nuestro reconocimiento político en las luchas que hacemos en nuestros territorios, resaltando las acciones del trabajo que las mujeres han aportando a este feminismo que viene caminando por América Latina en diferentes expresiones.

Surge de la necesidad de plasmar de manera escrita nuestras reflexiones y acciones que hacemos las mujeres en nuestros espacios de participación, dando un paso y atreviéndonos a hacer conocimiento desde las voces y los trabajos que hacemos las mujeres populares. Con muchos miedos y retos nos propusimos estos objetivos para lograr recoger de manera respetuosa las reflexiones de organizaciones que le aportan significativamente al movimiento de mujeres en Colombia, desde la defensa del territorio hasta sus luchas particulares. Este libro, que estamos presentando, pretende resaltar las luchas de las mujeres en Colombia desde las voces de quienes hacemos parte de ellas. Buscamos entonces en un primer momento intercambiar experiencias organizativas en algunos territorios, para reconocernos y encontrarnos en nuestros trabajos de base y así generar un dialogo que nos permitiera reflexionar frente a la situación de las mujeres en el país.

Hemos organizado el contenido del libro en un primer momento como un análisis de contexto del momento histórico de Colombia y la condición de las mujeres en este panorama, seguido de una narración y reflexión de lo que ha sido el trabajo de la Red y sus acciones para nombrarse desde el feminismo popular. Se encuentra dividido en capítulos que narran las conversaciones, visitas y diálogos que se realizaron con mujeres en Cali, Buenaventura, Cauca, Medellín entre otras regiones; tratando de dialogar con la diversidad organizativa que tiene Colombia, con mujeres indígenas, afro, campesinas, rurales y urbanas tratando de generar reflexiones situadas. Al final del libro quedan unas reflexiones abiertas, allí encontraremos las memorias de un pequeño primer encuentro de mujeres populares de carácter nacional que aporta en analizar los grandes temas de las mujeres y el movimiento de mujeres general en Colombia.

EE: ¿Cómo definirías el feminismo popular? ¿En qué se diferencia y/o conecta con otros feminismos construidos desde Latinoamérica y el Caribe? y ¿cómo se relaciona esto con tu experiencia de trabajo en el feminismo?

PS: Definir el feminismo popular está totalmente relacionado con el contexto de las experiencias que vivimos las mujeres en esos territorios. Las feministas que nos nombramos desde allí, que le apostamos a transformaciones estructurales; transformaciones que no están dadas únicamente desde una dimensión económica o política -claramente una de las posiciones más fuertes-, sino que también está totalmente relacionado con relaciones de poder que son simbólicas, culturales, de órdenes sociales impuestos, que han pervivido y llevan presentes en las sociedades contemporáneas durante bastantes años, dejando una serie de estragos. Lo que nos pone a las mujeres en una desventaja, en un ámbito de sumisión frente a ese orden social establecido, que bien sabemos es un orden patriarcal, neoliberal, capitalista, racista, adultocéntrico y que nos tiene efectivamente a las mujeres en una posición diferente, distinta, a la que puede sufrir, por ejemplo, desde este tipo de modelo los hombres. Las mujeres que nos hemos organizado, específicamente las que nos nombramos desde el feminismo popular en Colombia, vemos que durante los dos últimos años hacia acá, este orden económico se ha profundizado y ha hecho que veamos mucho más los estragos de los daños económicos, afectando directamente las vidas de las mujeres populares, de los sectores populares presentes en la sabana de Bogotá o la periferia de la ciudad, y es desde ahí que provienen las reflexiones del libro que estamos presentando en esta ocasión.

Entonces, nos hemos venido organizando y haciendo visibles las transformaciones y afectaciones que han hecho a nuestros distintos territorios; territorios tierra, territorios agua, territorios hechos para el cultivo de la alimentación, nuestros territorios cuerpo directamente, porque son nuestros cuerpos de mujeres los que se están exponiéndose directamente a los trabajos que ofrece este modelo de desarrollo neoliberal, poniéndonos en condiciones casi de esclavitud. Somos las mujeres populares de estos sectores, quienes accedemos directamente a estos trabajos, y son nuestros territorios cuerpo los que están en juego; en nuestra salud, en nuestro tiempo, nuestra vida.

Las mujeres populares nos paramos en una dimensión donde no hay un reconocimiento teórico, no hay un reconocimiento político-económico, a las labores que realizamos casi de manera natural, normalizada, invisible, no contando con la necesaria discusión sobre la dimensión económica que cumplen las labores domésticas y de cuidado que realizamos principalmente las mujeres populares. Por ejemplo, la necesidad de resolver dentro de los sectores populares una economía que normalmente es empobrecida, precarizada, con necesidades básicas, sin posibilidades de acceder, digamos, a medios de producción. O la imposición del trabajo de cuidados, del cuidado de los enfermos, de los ancianos, del cuidado de los animales, del quehacer de las labores del hogar. Estas labores representan socialmente una necesidad para la reproducción de la vida, para la reproducción de las sociedades, tiene un valor que también se representa económicamente, en dinero, en un aporte, por eso las mujeres populares hacemos esta reflexión, para que efectivamente esto esté puesto en la discusión, en los debates teóricos, construidos desde abajo para nosotras, desde las luchas y resistencias del movimiento social ante este modelo que es nuestro enemigo a enfrentar.

Para nosotras el feminismo popular es la posibilidad de nombrarnos desde un feminismo que recoge efectivamente lo que somos; mujeres que estamos en un territorio específico, que es urbano-rural, que tiene unas demandas y peticiones específicas, reconociéndonos también en las luchas históricas del feminismo clásico. En cambio, del feminismo liberal recogemos algunas cosas de luchas históricas que dieron compañeras, sin embargo, vemos que tenemos miradas específicas de nuestros entornos, de nuestras vidas cotidianas que no se ven recogidas, alimentadas o representadas en esos feminismos.

El feminismo popular viene a recoger esto por lo que nosotras hemos luchado desde las particularidades de los territorios donde vivimos y se alimenta efectivamente de otras luchas que se recorren toda Latinoamérica, como son los feminismos comunitarios, el aporte de las compañeras afro – presentes en toda américa Latina –, que nos transmiten una enseñanza muy grande frente a la descolonización de nuestras mentes, lenguajes, y formas de relacionarnos que a veces no logramos ver. También están las compañeras que nos hablan desde los feminismos disidentes, que son aportes muy grandes para pensarnos desde sociedades no heteronormadas, y las compañeras campesinas con la resistencia en la lucha por los territorios.

De ahí alimentamos al feminismo popular para decir que las mujeres urbanas y urbanas-rurales estamos presentes con nuestras luchas, que tenemos peticiones construidas efectivamente desde las luchas de base, desde el movimiento social, desde las resistencias comunitarias populares y barriales. Esto lo relacionamos directamente con la experiencia de trabajo que tenemos desde el feminismo en este territorio, que creemos, es un aporte al desarrollo del feminismo popular en América Latina, alimentándonos también de los feminismos que vienen surgiendo de otros contextos, de otras compañeras tratando de hacer una unión, una fuerza que nos ayude efectivamente a hablar de movimiento político, movimiento ideológico, de un feminismo contundente, propio, de nosotras, de América Latina.

EE: En este sentido, en tu experiencia de trabajo con las mujeres floricultoras, ¿cómo se cruzan las nociones de trabajo y ser mujer para entender este feminismo popular?

PS: Efectivamente nosotras desarrollamos nuestro feminismo desde una posición de lucha y defensa del trabajo, del digno reconocimiento del trabajo, principalmente de las mujeres en el sector floricultor. Las zonas periféricas de la ciudad de Bogotá, fueron zonas del primer anillo de acceso de alimentación de cultivos de la ciudad capital. Los últimos años esto se ha venido transformando, haciendo de la zona de Bogotá, el principal productor de flores de exportación en el país. Colombia es el segundo país que más exporta flores al mundo. Es decir, que todas estas zonas se convirtieron en la principal fuente de trabajo para hombres y mujeres de la ciudad, algunos más cercanos a la periferia, y de municipios aledaños.

Esto generó efectivamente muchísimo trabajo, oferta de laboral, donde principalmente laboran mujeres, porque se considera que es una labor de cuidado, el tratamiento manual con las flores se considera que es muchísimo mejor hecho por manos delicadas – manos de mujeres-, es decir, que hay bastante trabajo femenino involucrado en este sector.

De este sector se pueden decir muchas cosas, pero principalmente podemos resaltar uno: el daño ecosistémico, el daño ambiental que hace la presencia de esta industria, utilizando fertilizantes químicos, fungicidas y otro tipo de tratamientos para la acción de plagas en sus cultivos, usando el agua de los humedales de esas zonas de los municipios del país, de la zona de Bogotá, como principal fuente para su cultivo. El agua en los cultivos se toma de fuentes hídricas, como las de los humedales, y se regresa el agua contaminada que envenena al agua que finalmente llega a la casa de todos y todas.

La generación de empleo ha sido importante en este sector, se halaga muchísimo, se defiende mucho este sector porque genera bastante empleo, pero en condiciones que son muy precarias. Nosotras hemos tratado de ir avanzando en la investigación de las condiciones laborales que viven las mujeres y los hombres en este sector; movimientos repetitivos, cambios fuertes de temperatura, muchas horas de trabajo extendido, la manera como se paran, digamos, las cantidades de horas que se trabaja y las acciones que hacen estas trabajadoras, no se ve representado en los salarios que reciben, en relación a los beneficios que reciben los empresarios, que si son muy grandes. Esta ha sido nuestra lucha principal.

Estos últimos años, se ha generado una transformación económica donde la principal fuente de trabajo ya no está en las empresas floricultoras, sino en las fábricas y bodegas de almacenamiento para el gran mercado, que ha venido firmando tratados de libre comercio que estratégicamente se ubican en zonas cercanas a la ciudad y cercanas al gran aeropuerto internacional (El Dorado). Estas transformaciones son evidentes y generan otro tipo de empleos, otro tipo de posibilidades que van cambiando exactamente la corporalidad y la manera como se relaciona el territorio.

De allí viene nuestra lucha, de identificar lo que está sucediendo, lo que nos afecta directamente, porque bueno, son cambios sociales, son cambios simbólicos, económicos, ambientales que han venido afectando a cada vez más personas que habitan estos territorios periféricos; el problema de sobrepoblación, de falta de derechos sociales, de derechos económicos, de derechos básicos que se necesitan para vivir dignamente en un lugar. Todo esto relacionado con las condiciones laborales que genera este modelo económico.

Desde nuestro quehacer político vemos que todo esto ha sido un gran desafío: primero, porque se reconozca que las mujeres estamos presentes en los territorios, haciendo visibles este tipo de cosas, organizándonos, haciendo un aporte político, un aporte organizativo a esto, y segundo, porque las muertes y violaciones, los temas de violencias contra las mujeres pervive, existe, está presente en la impunidad. Pareciera que eso no tuviese transformaciones de ninguna índole, no mueve, no cambia absolutamente nada en la sociedad. Pero si lo ha hecho la masividad con que las mujeres hemos logrado nombrar eso, visibilizar, organizadas en marchas, campañas, desde nuestras huertas, desde nuestros trabajos en los barrios, desde escribir un libro, desde hacer poesía, los programas de radio y demás. Todas las acciones que logremos hacer para visibilizar estas violencias son fuertísimas, son muy importantes y van haciendo cambios por lo menos para que las compañeras se unan a las luchas, o logremos poner esto en debate en el movimiento social.

El feminismo en general tiene un gran desafío de reconocimiento por parte de sectores derecha, de centro, incluso de izquierda que consideran que las peticiones o las luchas del feminismo no son relevantes, no pertenecen a luchas concretas importantes, no trascienden la dimensión estructural de lo que se quisiera cambiar.

Desde nosotras, de hecho, se ha escrito y aportado teórica, políticamente…desde los liderazgos de las mujeres, se ha aportado un montón de cosas. Así que no puedo decir más que el feminismo popular es un aporte más que al trabajo teórico, a las praxis reales de un trabajo político, social, comunitario, popular, de base, que genera cambios y que están presentes en los aportes totales para América Latina, para el movimiento social, para las luchas actuales de América Latina, que está pasando por un momento álgido, y ahí estamos presentes las mujeres.

Así que muchas gracias por la entrevista. Dar un saludo muy grande a la organización, la Convergencia 2 de Abril que nos hicieron esta gran invitación a conocer las hermosas ciudades de Chile, los grandes y hermosos procesos que tuve la oportunidad de conocer, las maravillosas mujeres que están detrás, al frente y al lado de estos procesos y a los compañeros y compañeras que me aportan, sacan tiempo de sus vidas, de sus trabajos para lograr ver algo distinto, para lograr que en el futuro podamos tener algo distinto y mejor. Así que muchas gracias, y un abrazo organizativo para todas.

Autor entrada: Convergencia Medios