Por Lorenzo y Roque
El 24 de julio de 2016 marcó un punto de inflexión en el curso del Movimiento NO+AFP, con la irrupción de masivas marchas que redefinieron el escenario político y que pavimentaron el camino de reconstrucción organizativa del movimiento de trabajador@s en Chile. A un año de esta jornada, los acontecimientos se han sucedido y los escenarios han cambiado, y en lo que va de 2017 hemos analizado distintas dimensiones de este proceso en los artículos “La lucha en contra de las AFP continúa”1, y “Desbordar el quietismo burocrático… La Lucha NO+AFP continúa”2, por lo que en las líneas siguientes nos remitiremos al análisis de la situación actual, en el marco de la jornada de protesta que tuvo lugar el día de hoy.
En este sentido, si bien ya se superó la discusión acerca de la parlamentarización o presidencialización de la Coordinadora, que generó discusiones sobre todo en la previa de las inscripciones para las primarias, eso no se ha traducido en el fortalecimiento sustantivo de una línea movilizadora, sino más bien ha disminuido el nivel de actividad y el estado de ánimo, y se observa una especie de vaciamiento de los espacios organizativos en distintos niveles, que si bien se movilizaron hoy en distintos puntos del país, evidentemente esto no fue con la potencia de jornadas precedentes.
Esta situación debe ser interpretada en una doble dimensión. i) Por una parte, a nivel del movimiento popular en general estamos atravesando un momento particular de estancamiento, en el marco de un momento más general de ascenso sostenido de la movilización social. Este momento particular, está condicionado evidentemente por el período pre-electoral y las discusiones que éste suscita, pero en tanto momento particular, creemos que no revierte la tendencia general al alza. ii) A nivel interno del Movimiento NO+AFP, por decirlo de alguna forma, una de las cuestiones que más influye son los límites propios de las tácticas que el movimiento ha definido para lograr su objetivo, a saber, terminar con las AFP. En este sentido, durante estos doce meses, las principales orientaciones han sido las marchas familiares, y las campañas de fuga de las AFP Cuprum, Provida y el cambio masivo al Fondo E. En particular esta última, ha sido en los últimos meses uno de los principales focos de la campaña financiada por las propias AFP y de la que ha asumido vocería el ministro Valdés, campaña que también ha afectado al movimiento, pues ha logrado instalar ampliamente la idea completamente falsa de que el cambio al Fondo E ha generado cuantiosas pérdidas para los trabajador@s cotizantes.
Dadas las limitaciones de estas tácticas, los actores involucrad@s en el movimiento comienzan a buscar caminos, y en este proceso se fueron contraponiendo posiciones que apuntaban fundamentalmente en dos direcciones: i) por una parte, la realización de un plebiscito de consulta, que de acuerdo a sus principales impulsores pretendería “restituir la soberanía al pueblo”; ii) la acumulación de fuerzas sociales para encaminarnos a nuevas jornadas de protesta y un paro, al estilo del 4 de noviembre de 2016 que fue el punto más alto del movimiento. Pero mientras esto ocurría y mientras eran caricaturizadas una y otra posición, la base organizada del movimiento se fue debilitando y haciendo cada vez más angosta (por las razones señaladas más arriba). Es importante hacerse cargo de esto, pues si bien la adherencia a la demanda sigue siendo masiva, aquello no basta y es indispensable aumentar los niveles organizativos del movimiento y mantener su moral de combate en alto, sin lo cual ninguna orientación táctica tiene posibilidades de realización.
También lo que aquí va expresándose es una discusión más de fondo relativa a cómo entendemos el desarrollo de un conflicto, y la relación entre medios y objetivos. En este sentido, la lucha contra las AFP, más que un conflicto corto cuyos objetivos puedan ser alcanzados prescindiendo de la fuerza organizada y la constitución de actores colectivos con capacidades de disputa efectiva, es a nuestro juicio, un enfrentamiento prolongado que requiere del protagonismo de la clase trabajadora en tanto sujeto político colectivo, en el marco de una lucha global contra el actual modo de producción y reproducción de la vida, dentro del cual las AFP juegan un rol fundamental, por lo que deberán ser eliminadas por la fuerza y el impulso creador que combine el boicot financiero y la desobediencia civil con formas superiores de lucha.
Pero volviendo al actual momento, y en consecuencia con lo expuesto sintéticamente hasta aquí, sostenemos que no debemos sobrevalorar nuestras fuerzas en esta pasada, y debemos relevar una estrategia de reagrupamiento de las franjas organizadas del movimiento en la base, que se traduzca a su vez en volver a enraizar a la organización en la sociedad civil, y en particular expandir el radio de su influencia a sectores relevantes que se han mantenido al margen. Esta estrategia de reagrupamiento debiera materializarse en formas de Encuentro lo más amplias posibles de tal forma que permitan ir calibrando las fuerzas para proyectar escenarios futuros, a su vez que va expresándose en acciones territoriales que contribuyan a re-organizar las fuerzas. Esta estrategia de reagrupamiento está orientada a sentar las bases para que el plan de lucha y cualquier lineamiento tenga posibilidad de realización. En lo que respecta al plebiscito, creemos que las corrientes que defienden la independencia de clase del Movimiento no debemos dar pie a que sea aprovechado por oportunistas ni como adoctrinamiento electoral; por ende, la participación en esta forma de manifestación debe ser vista como un instrumento para aproximarse a nuevos sectores que potencialmente se sumen a la lucha, y como excusa para continuar la propagación de la propuesta de un Nuevo Sistema de Pensiones, pero no nos hacemos falsas ilusiones relativas a su impacto.
Por último, y como esbozamos más arriba, todo esto forma parte de una tendencia más general de re-articulación del movimiento de trabajador@s, que supera con creces al Movimiento NO+AFP, pero que contiene aquí un conjunto de potencialidades que anticipan el futuro, y que habrán de ir sentando las bases para la construcción de la nueva organización de las y los trabajadores.