Por Malembe
I
Con una sola sacudida, probablemente un apretón de manos y un vaso de wishky, los sanguinarios del norte, los Estados Unidos de Norteamérica, dirigidos por un misógeno abusador, han violado cuanto pacto internacional existe. Las leyes nacionales y supranacionales no rigen para los dueños del mundo, quienes destruyen a destajo ante la impotencia de las sociedades afectadas, violentadas, destruídas.
Si no mueres por una explosión, lo harás de hambre o miseria, es ese el destino para millones de seres en una decena de países en guerra, invadidos por Estados Unidos y la OTAN o controlados y desarmados, sucumbidas sus libertades, corrompidas sus banderas, aniquilados sus recursos, se convierten en desiertos, en territorios sin alma, sin futuro.
Chile, Argentina, Wallmapu, y tantas otras pequeñas naciones del sur del mundo no están ajenas a ese destino trágico. La carnívora Águila del Norte sobrevuela nuestros territorios, busca agua y minerales en el sur austral, igual que hace 500 años. Hambrientos de oro exploran la cordillera de los Andes de Norte a Sur. Si es necesario explosionar montañas y glaciares lo harán. Dividir y colapsar aguas, infectar kilómetros de océano, secar ríos y napas, incendiar regiones enteras. Sembrar hambre, cosechar muerte.
II
Un abrazo, una sonrisa, más bien un mar de carcajadas de la boca de los niños y niñas, mientras un perro persigue su cola con un afán desmesurado. Si guardamos silencio escucharemos el Salto Truful Truful, de aguas blancas y celestes a orillas del volcán Llaima. Quinientos pesos vale cada pan amasado, y a cinco mil pesos el frasco grande de mermelada. Mientras los niños corren de un lado para otro, la madre, las tías y sobrinas se aprestan a juntar cuanto puedan, porque todo el mundo sabe que ya no falta nada para la Feria.
Se trata de las cien iniciativas distintas de colaboración y comercio justo. Miles de personas agrupadas en cooperativas, comunidades, asociaciones, o simplemente amigas y parientes. Sobretodo mujeres y niños desafiando las distancias viajan decenas de kilómetros para comerciar a precio justo verduras, frutas y mermeladas caseras de verdad – sin transgénicos ni pesticidas -, merkén, tortillas, un pedazo de cordero o chivo, artesania y adornos para el cuerpo, aros, collares, pulseras, ropa de lana y sombreros.
La única manera de sobrevivir será potenciar estas redes, el comercio a escala comunitaria, las redes de intercambios y cooperaciones entre territorios, las mujeres asociadas para producir o trabajar turismo, los jóvenes ingeniosos del sur del mundo. Cuando el norte quiera invadir al sur, al paraíso, y el Águila aterrice en tierras nuestras – como ya lo ha hecho otras veces – con sus tanques, sus aviones y sus bombas, no habrá otro camino: además de la guerra, deberemos desarrollar el amor.
Alcanzar el ecosocialismo, la independencia definitiva del imperio yankee y sus secuaces, no es sólo un acto de fuerza u ocupación de palacios. Trae consigo desarrollar fuerzas sociales capaces de sustentarse en el tiempo, de abastecerse, de alimentarse. La diversificación de los productos artesanales, naturales, sobretodo alimentos y medicinas son claves para aspirar a esa independencia.
No existe autonomía política-militar sin autonomía económica: la desindustrialización chilena y continental vía dictaduras en América nos colocó en la mayor debilidad posible. ¿Cómo hacemos una revolución sin medicamentos en las estanterías, sin repuestos para los vehículos, sin comida, sin leche, sin aceite?
Por ello es tan relevante desarrollar un proyecto productivo de subsistencia a largo plazo con las comunidades, con los que trabajan la tierra. Esa debe ser la tarea que nos convoque ahora, impulsar la lucha por el control y desarrollo ecológico de los Territorios, desde lo que tengamos, desde los grandes esfuerzos de las mujeres rurales, y desde las periferias de las ciudades. Otra economía está surgiendo entre festivales y ferias, la Economía para Territorios Libres.
IV
Juntan sus manos en la oscura esquina de la población, pude ver que algo pasó de una mano a la otra, mientras sonreían… ¿qué trafican mis vecinas?… Me acerqué un poco más y vi paños en el suelo, adornados puestos de las chicas, que temprano se ubican entre pastos escarchados, a vender e intercambiar para «parar la olla».
Se trata del retorno del trafkin, del trueque, de la cooperación. La única forma de desarrollar el poder de los pobres, el poder popular, es por la vía de las relaciones de hermandad y apoyo mútuo. La combinación de expropiaciones al capital, a los dueños de empresas, y el apoyo mútuo como nueva economía de los territorios, nos mostratá el camino de la revolución social que buscamos. Que nadie se sorprenda, pues esto no es nada nuevo, es la forma en que los pueblos deciden su futuro. Cada vez que lxs trabajadorxes y sectores populares han tenido poder en sus manos lo han hecho así. Ejemplo de ello son los Bingos Solidarios bailables, los platos únicos de las pobladoras, los Nguillatún y Trafkintu del pueblo mapuche, las mingas y mingako, las canastas familiares solidarias, todas estas deben ser las formas en que circule la riqueza en la sociedad que queremos, la sociedad que levantaremos.
(Mañana en mi comuna nos reuniremos 10 compañerxs para levantar una asamblea local de alimentación, donde nos reunamos para evadir los supermercados y apoyar directamente a las economías de los territorios libres).
¡¡ Donde hubo coligües, coligües nacerán … Si uno cae, diez se levantarán !!
Rimü, Wallmapu